Las manifestaciones estaban restringidas a la vida nómade y en la actualidad la constituyen adornos y objetos utilitarios.
La artesanía yagan al igua que la del pueblo kawésqar tiene como finalidad el turismo, y sus formas tradicionales son la reproducción de canastos e implementos de hueso para la pesca.
Las formas de los cestos son semejantes, ovalados y con mangos, pero las urdimbres hacen que sean diferentes en su flexibilidad o rigidez, y en lo sellado o abierto de su estructura.
Los cestos eran usados por las mujeres para transportar recursos que recolectaban del mar y el bosque. En la playa juntaban mejillones, mauchos y otros mariscos, y en el bosque recolectaban frutos comestibles y hongos.
La pequeña y modesta cestería encierra, a su manera, un mensaje de bondad. Significa que los que recolectan, mujeres, niños y ancianos, no eran meros consumidores de lo que se apropiaban en el punto de recolección sino que colectaban, conservaban, trasladaban y distribuían a los demás de su grupo.
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Se adornaban con collares y usaban pintura roja, blanca y negra, según las ocasiones. Todos estos puntos tenían importantes significados simbólicos.
Además usaron el tallado en hueso para fabricar sus armas de caza marina.
Ambos sexos gustaban adornarse con pinturas, collares, muñequeras y tobilleras. Las pinturas podían cubrir el rostro, el cuerpo y a veces también los miembros.
Los colores que se usaban eran el rojo, el blanco y el negro, formando diseños simples basados en rayas y puntos pero muy variados.
La pintura facial y corporal formaba parte de muchos rituales y normas de cortesía. Además se utilizaba para comunicar estados de ánimo o las circunstancias en las que se hallaba su portador.