Entre las construcciones atacameñas tradicionales se destacan las fortificaciones o Pukarás, para defenderse de los ataques de diaguitas, incas y españoles, los canales de regadío que posibilitaron la agricultura de oasis, y la característica vivienda atacameña.
Esta era un recinto rectangular hecho de barro. Encima del techo de brea, paja y barro, tenían apartamentos circulares pequeños que les servían de granero para guardar maíz, frejoles, papa, quinua, algarroba y chañar. Los bajos de la vivienda estaban divididos. En una parte se situaba la habitación, donde dormían y guardaban el menaje de casa consistente en tinajas y cántaros. La otra parte de la casa estaba reservada al recinto principal, y era de bóveda alta hasta el subsuelo y cuadrada. Allí enterraban a sus bisabuelos, abuelos y padres.
Gerónimo de Vivar, cronista español, entrega interesantes observaciones al respecto: «Las casas en que habitan los indios son de adobes y dobladas con sus entresuelos (tijerales) hechos de gruesas vigas de algarrobos, que es madera recia...»
Fuente: Horacio Zápater. Los aborígenes chilenos a través de cronistas y viajeros.