Los Atacameños provienen de antiguos cazadores y recolectores que se adaptaron a la zona gracias a las favorables condiciones que ofrecía la cuenca del río Loa. Esta cultura alcanzó un gran desarrollo en el siglo XV, antes de la llegada de los Incas al actual territorio chileno.
Ancestralmente se destacaron en el uso de la metalurgia, alfarería, textilería y técnicas de cultivo de la tierra en terrazas.
El cronista Mariño de Lobera dice al respecto:
«Viven en aldeas y en la organización social y política destacan por dividir sus poblados en Ayllus y en cada uno de ellos hay un alcalde, cuya insignia es un bastón con puño de plata...»
Sucesivas etapas y poblamientos, pasando por un gran florecimiento cultural en el s. III d. C. ha experimentado este pueblo que hoy todavía conserva rasgos de este pasado, en rituales, técnicas de cultivo y manufactura de artesanías. Además mantiene su modo peculiar de construcción, donde se percibe su rica herencia ancestral.
La etnia atacameña actual se habría conformado entre el 900 y 1536 d. C.
Como consecuencia de la desintegración de Tiwanaku, los pueblos altiplánicos se dividieron en varios reinos, que en el tiempo del contacto con los españoles se reconocieron como: Kollas, Lupagas, Pacajes, Charcas, Carangas, Lipez y Chichas.
Los Señoríos de Atacama persistieron y fortalecieron su vida en los Pukarás.
Habría sido el Inca Tupac Yupanqui (1471-93) quien emprendió la conquista del territorio chileno. Esta ocupación fue más política que cultural, ya que las tradiciones de los pueblos anexados no se perdieron.
Algo más de 3000 campesinos descendientes de estas culturas sobreviven hoy distribuidos en una docena de pueblos y lugares, en ellos subyace la rica experiencia cultural acumulada.