LENGUAS INDÍGENAS DE CHILE por Adalberto Salas
Ver el mundo a través de las palabras
Sobre la existencia de varias lenguas en el territorio informa, tempranamente, el cronista Gerónimo de Bibar (1558). Los valles de Atacama, Copiapó, Huasco, Coquimbo, Limarí y Combarbalá hasta el de Aconcagua poseían sus propias lenguas, no habiendo grandes diferencias entre algunas de ellas. Así, refiriéndose a los habitantes del valle de Huasco, expresa: "Estos indios difieren de la lengua de Copiapó como byscainos e navarros" (Bibar, 1979:40) Es decir, presentaban diferencias dialectales no muy pronunciadas. Desgraciadamente, no quedaron documentadas.
En Chile, actualmente solo es posible encontrar cuatro lenguas Amerindias sobrevivientes al igual que otros países de América, el nuestro ha sido y es multilingüe, pero en menor proporción. En el presente sobreviven -en diferentes condiciones- sólo cuatro en Chile continental (aymara, quechua, mapuche y kawésqar) y una no amerindia en la Isla de Pascua (rapa nui); seis se han extinguido (chango, atacameño, diaguita , selk'nam, yagán y chono), algunas prácticamente sin dejar huellas.
Introducción
1.1 Las lenguas indoamericanas chilenas. Presente y pasado.
1.2 El Pascuence, un vernáculo chileno no indoamericano.
1.3 La lingüística indígena de Chile.
1.4 Una visión panorámica de las lenguas indígenas chilenas.
1.1 LAS LENGUAS INDOAMERICANAS CHILENAS PRESENTE Y PASADO
Dentro del territorio de Chile continental existen hoy tres grupos indígenas, descendientes directos de los habitantes prehispánicos de América. Son los aymaras, los mapuches o araucanos y los alacalufes o kawésqar. Las otras poblaciones autóctonas que residieron en el suelo americano que hoy es Chile, no pudieron sobrevivir como entidades lingüísticas y socio-culturalmente diferenciadas, ante el absorbente modo de vida europeo-occidental. El proceso de extinción de los grupos aborígenes se prolongó hasta las primeras décadas del siglo XX, cuando desaparecieron los atacameños del Gran Salar de Atacama, los onas o selk’nam de Tierra del Fuego, y los yámanas o yaganes de los canales australes.
En la zona norte del país, al interior de Antofagasta, vivieron los atacameños, agrupados en pequeños caseríos de barro, madera de quisco y piedra volcánica, situados en los oasis, quebradas y valles regados, donde cultivaban sus huertos y chacras y criaban su ganado. Su lengua es conocida en la literatura especializada con los nombres de atacameña, kunza, likanantai y (u)lipe. A la llegada del conquistador, la población atacameña estaba reducida a las áreas periféricas, a lo largo del borde oriental del Gran Salar de Atacama, adonde había sido empujada por la llegada a su territorio de pueblos invasores. La pequeña y disgregada sociedad atacameña no pudo resistir el impacto e inició su proceso de extinción, el que concluyó a mediados del siglo XX.
En la fecha de su extinción como minoría lingüística, los atacameños estaban concentrados en los pueblos que bordean el Gran Salar de Atacama, entre otros: Caspana, San Pedro de Atacama, Toconao, Peine y Socaire. Los habitantes actuales hablan castellano, pero mantienen la tecnología agraria tradicional
especialmente en lo que respecta a la manipulación del agua-, el estilo de vida agrario-pastoril, y algunas prácticas ceremoniales relevantes. Entre éstas es muy prominente la ceremonia de limpiado de acequias, llamada talátur. Entre los componentes verbales de esta ceremonia figuran canciones en kunza junto a fórmulas de salutación y brindis en castellano. En la década del cincuenta la lengua kunza ya no se usaba en absoluto como lengua de comunicación, de modo que el texto de las canciones de talátur era simplemente “ejecutado” de memoria. En otras palabras, el kunza había pasado a funcionar solamente como una lengua ritual, algo así como el latín en la liturgia católica anterior al Concilio Vaticano II.
El kunza alcanzó a ser descrito en gramáticas y vocabularios preparados por los grandes polígrafos chilenos del siglo pasado: San Román 1890, Echeverría y Reyes 1890, Vaisse et al. 1895 y Schuller 1908.
Al sur del territorio atacameño, en los valles regados del Norte Chico, vivieron los diaguitas. Tal como los atacameños, eran agricultores y pastores, asentados en pequeñas aldeas, aisladas unas de otras, sin una estructuración social superior a los pequeños grupos locales.
Diversos factores históricos desencadenados por la llegada del conquistador español, fueron determinantes de la desaparición total de la etnia diaguita. Hacia 1600 los diaguitas chilenos estaban totalmente extinguidos. De su lengua sólo quedaron rastros en la toponimia del área.
Al otro extremo del país, en las estepas y bosques de la Isla Grande de Tierra del Fuego, vivieron los onas o selk’nam. Estos eran cazadores nómadas. Organizados en pequeños grupos familiares, recorrían a pie grandes extensiones de territorio dedicados a la caza de mamíferos y aves.
Al parecer nunca fueron los onas un grupo numeroso (unos 4.000 individuos a mediados del siglo pasado; V. Clairis 1985: 16, nota), y rápidamente desaparecieron durante el proceso de colonización moderna de las tierras australes. Para todos los efectos prácticos, el ona es hoy una lengua extinguida.
En el confín sur de América, en los archipiélagos que van desde la península de Brecknock hasta el Canal de Beagle, vivió el grupo humano más austral del mundo: los nómadas canoeros conocidos en la literatura antropológica como yámanas o yaganes. De una población, calculada para el siglo pasado, en unos 3.000 individuos (y. Clairis 1985: 16, nota), sobreviven hoy solamente tres mujeres, radicadas en Ukika, una pequeña aldea situada, en las cercanías de Puerto Williams, en Isla Navarino. Por haber pasado ya la edad reproductora, por su matrimonio con colonizadores hispanohablantes, por haber criado a sus hijos y nietos como hispanohablantes, estas mujeres son claramente hablantes terminales de la lengua yámana.
Entre 1919 y 1924, el misionero austriaco Martín Gusinde, de la Congregación del Verbo Divino, realizó cuatro expediciones a Tierra del Fuego. Reunió sus observaciones sobre la lengua y la cultura de los indígenas australes -los onas o selk’nam, los yámanas o yaganes y los alacalufes o kawésqar- en una monumental obra en tres volúmenes (Gusinde 1931, 1937, 1974), hoy un clásico de la lingüística y antropología fueguinas
1.2 EL PASCUENSE, UN VERNÁCULO CHILENO NO INDOAMERICANO
A las tres lenguas vernáculas indoamericanas conservadas hasta hoy -aymara, mapuche, alacalufe hay que añadir el pascuense o (vaná a) rapa nui, incorporado al paisaje lingüístico chileno en 1888, cuando Policarpo Toro tomó formalmente posesión de isla de Pascua a nombre del gobierno chileno.
1.3 LA LINGÜÍSTICA INDÍGENA EN CHILE
En Chile el interés académico universitario por el estudio de las lenguas vernáculas autóctonas, es relativamente reciente. De hecho, fue en 1964 que apareció el primer estudio de una lengua indoamericana chilena preparado con la metodología de la lingüística descriptiva moderna. Es la descripción fonológica del mapuche preparada por Max Sergio Echeverría Weasson, 1964. En 1973 apareció la primera descripción fonológica del pascuense (Salas), en 1976 la del aymara chileno (Clair-Vasiliadis) y en 1982 la del alacalufe (Aguilera 1982 y 1983). Desde entonces hasta ahora estas lenguas están siendo objeto de intensivos proyectos de investigación en las diversas universidades chilenas.
Al momento del desarrollo en Chile de la lingüística descriptiva, el kunza del Salar de Atacama y las lenguas fueguinas, con excepción del alacalufe, se encontraban en las etapas finales de su proceso de extinción. La situación fue mejor en Argentina, donde el ona o selk’nam alcanzó a ser descrito por Najlis en 1973, 1975 y el yámana o yagán por Golbert 1977, 1978. La fonología de la variedad chilena del yagán está descrita en Guerra 1989 y 1992; en Salas y Valencia 1990 viene una descripción de la pronunciación yagán, complementada con una lista léxica.
1.4 UNA VISION PANORAMICA DE LAS LENGUAS INDÍGENAS CHILENAS
En las páginas que siguen se presenta un bosquejo de cada una de las lenguas vernáculas habladas hoy en Chile. Cada bosquejo incluye información sobre la situación del bilingüismo vernáculo castellano, clasificación tipológica y filiación genética de la lengua, pronunciación y características morfosintácticas más prominentes. A modo de ilustración se ha incorporado, para cada lengua, una pequeña lista léxica. En el texto y en las notas viene una información bibliográfica destinada a servir de orientación al lector interesado en profundizar alguno de los aspectos presentados.
Información sobre la distribución territorial de las minorías que hablan estas lenguas, estimación de su masa poblacional, características ecológicas de las áreas que ocupan, subdivisión en parcialidades étnicas, etc., se encuentra en Dannemann y Valencia 1989, única obra de conjunto de orientación etnográfica y lingüística sobre los grupos autóctonos de Chile.
EL AYMARA
Adalberto Salas
2.1 El bilingüismo aymara- castellano
2.2. Filiación genética
2.3. La fonología
2.4. División dialectal
2.1 EL BILINGÜISMO AYMARA- CASTELLANO
Durante las últimas décadas, la sociedad global hispano-chilena ha quebrado el aislamiento geográfico de la minoría aymara, mediante mejoras sustantivas en la red vial, en los sistemas de intercomunicación radiotelefónica, en el alcance de la radio y televisión, en la creación de escuelas, y muy especialmente, mediante reformas en la organización y funcionamiento de escuelas especiales situadas en puntos clave del territorio aymara.
Como consecuencia directa de la intensificación del contacto con la sociedad hispánica, los aymaras chilenos han tenido que aprender a comportarse en más y más contextos sociales nuevos que exigen el uso del castellano. En otras palabras, el castellano ha pasado a ser una condición dada en el ambiente social que ningún individuo aymara puede proscribir o ignorar completamente.
La sociedad aymara chilena actual vive, entonces, una situación de bilingüismo. En términos generales, se desenvuelve en castellano en actividades orientadas hacia la sociedad global y en aymara en actividades orientadas hacia su cultura tradicional andina.
Siendo el castellano función del inevitable contacto con la sociedad global-prestigiosa y atractiva -niños son tempranamente iniciados en su uso en la casa, por sus propios padres. Posteriormente la escuela sistematiza y formaliza la enseñanza del castellano, tanto en lo que respecta al sistema lingüístico en sí, como a sus contenidos culturales y su visión del mundo. El predominio del castellano en los niños, muchas veces concomitantes con la relegación o la postergación del aymara, observado por Harmelink (1985:18, 27-28, 29-31), por Grebe (1986: 43-45), y por Gundermann (1986: 169-170, 173), puede ser explicado en términos de una preparación deliberada para el contacto, primero en el hogar y luego en la escuela.
En el mismo sentido, los segmentos poblacionales en los que se aprecia más claramente el predominio del español, son precisamente aquellos que tienen a su cargo la mayor parte del contacto: hombres maduros, adultos y jóvenes. En los ancianos de ambos sexos el predominio del Aymara es claro: ellos se han retirado a la vida intrafamiliar y aparentemente su ámbito más amplio de acción es el grupo vecinal, en tanto que sus actividades rutinarias están orientadas hacia la cultura tradicional. En edades comparables, en las mujeres predomina el Aymara, y en los hombres el castellano como lo nota Grebe 1986: 44. (y. también Valencia 1984: 54. Las actividades laborales femeninas se ejercen más bien en el ámbito doméstico interno, el más tradicionalista e inaccesible al contacto. Es en vista de esta orientación del trabajo que los aymaras dan menos escolaridad a sus hijas que a sus hijos: son éstos -no aquéllas- los que van a tener a su cargo la mayor parte del contacto con los hispanohablantes.
Grebe (1986: 43) vincula además el predominio del castellano con la localización en la precordillera: “Son monolingües de castellano los pueblos cordilleranos (cos tinos), quienes hace tiempo perdieron la lengua aymara. Sólo algunas personas de edad avanzada pueden hablarla o comprenderla un poco...En su opinión, sólo hay bilingüísmo en el altiplano, pero con notorio predominio del castellano.
Harmelink (1985:18-29) presenta la situación en forma más matizada y realista que Grebe. Dado un continuo entre dos extremos -probablemente inexistentes- constituidos por aymaras monolingües de aymara y aymaras monolingües de castellano, el predominio de una u otra lengua parece depender de varios parámetros:
-distancia relativa con respecto a los centros urbanos mayores del área (Arica e Iquique);
-tamaño del poblado, principalmente el estatus de poblado en oposición al de simple caserío (o estancia);
-facilidad de acceso, o sea el tiempo y la dificultad involucrada en un viaje a un pueblo en particular” (1985: 20);
- importancia política, dependiente de “si un pueblo cumple alguna función oficial”
(1985: 20);
-grado de influencia externa, manifestado por la presencia de la institucionalidad nacional en un poblado dado.
El tamaño del poblado parece ser decisivo, ya que de él dependen los otros paráme
tros: los poblados más grandes tienen mejores caminos, son elegidos como sedes de los servicios públicos nacionales, tienen siempre escuela, etc.
La operación de estos parámetros hace necesario distinguir entre poblado (“pueblo” en la denominación de Harmelink) y caserío; entre altiplano y cordillera; y además, separar la provincia de Iquique en términos del mayor aislamiento geográfico de su enclave aymara. Se obtiene así el siguiente diagrama que ilustra el patrón general de uso de la lengua aymara (1985: 21):
Mínimo - precordillera: pueblo
- precordillera: caserío y altiplano: pueblo
Grado de uso del aymara - altiplano: caserío
- Iquique: pueblo
Máximo - Iquique: caserío
Dentro de este patrón general entran a funcionar las variables individuales de sexo y grupo de edad; predominio del aymara en los ancianos y del castellano en los niños, predominio del castellano en los hombres y del aymara en las mujeres.
En último término, los parámetros de Harmelink apuntan a que en los lugares en los cuales el contacto con la sociedad hispánica es más consistente y permanente, antiguo y arraigado, predomina el castellano, e inversamente, donde el contacto es más bien esporádico y reciente, predomina el aymara. Por otra parte, las relaciones comerciales de los aymaras chilenos con los aymaras bolivianos, se manejan normalmente en aymara (V. Harmelink 1985: 23, 31-34), lo que contribuye a mantener equilibrada la situación de bilingüismo.
En general el castellano hablado por los aymaras es acentuado. En algunos casos puede llegar a ser tan fluido como el de un hispanohablante nativo, pero siempre marcado por algunas desviaciones en la pronunciación y en la estructura gramatical.2 Algunas de estas desviaciones están motivadas por interferencia del aymara, en tanto que otras reflejan simple falta de conocimiento y dominio de la estructura fonológica y gramatical del caste2 Urquhart, 1987, ha descrito algunas de las características desviantes del castellano aymara, especialmente las relativas al uso del artículo y el pronombre.
2.2. FILIACIÓN GENÉTICA
Según Hardman (1978) y Hardman et al. (1988), el aymara pertenece a la familia lingüística ja ql.7 En importancia numérica, ésta es la segunda de las familias lingüísticas andinas, después de la quechua.
En el mismo sentido apuntan algunos pasajes de Gundermann (1986: 167, 169, 170) y Harmelink (1986: 26).
Harmelink (1985:1-4) discute brevemente las limitaciones de la entrevista directa como procedimiento para recopilar información relativa al uso del lenguaje. Dadas las condiciones de la entrevista con preguntas directas, ésta es recomendable más bien para el estudio de sistemas de actitudes.
La mejor presentación de la situación sociolingüística actual en el dominio aymara. es de Gundermann (1988), al que tuve acceso cuando ya este artículo estaba en proceso de impresión.
Pronunciado táqe, que significa “persona, ser humano”. Los detalles de la transcripción vienen más adelante, en la sección “La fonología”.
Tres son las lenguas jaqi existentes hoy:
1. El kawki, hablado hoy por unas doscientas personas ancianas en la provincia de Yauyos, departamento de Lima, en Perú;
2. El jaqaru, hablado en la misma área por unas dos mil personas; y
3. El aymara, cuyo centro territorial es el altiplano andino en el área circundante al lago Titicaca. Cuenta con unos tres millones de hablantes (Hardman et al. 1988:1, 13n.), distribuidos en Bolivia y Perú, a los que hay que añadir núcleos más pequeños situados en Argentina y en Chile.
Todas las lenguas jaqi se carácterizan por la simplicidad de su sistema vocálico, de sólo tres unidades: i, a, u (aun cuando 1/u suelen presentar variantes no significativas algo más bajas, e/o respectivamente). También es característica la gran riqueza y complejidad de su consonantismo: 36 en kawki y en jaqaru la misma cantidad, pero las consonantes en sí no son completamente congruentes. El aymara, como se verá en detalle más adelante- tiene un sistema consonántico más simple, de sólo 26 unidades.
También estas lenguas se caracterizan por la complejidad de su morfología verbal y por su sintaxis relativamente simple. Esto significa que los enunciados están compuestos mayormente por una larga palabra, el verbo, el cual expresa, mediante partículas sufijadas a su raíz, todos los contenidos necesarios para que la enunciación tenga sentido completo en sí misma. Por ejemplo, en aymara, una sola palabra:
parlakipasipxañanakasakipunirakispawa
es una unidad comunicativa completa, equivalente a todo un período oracional complejo en castellano: Yo sé que es deseable y que es necesario que nos comuniquemos entre todos siempre no más” (Yapita 1972, citado en Hardman 1978: 9). En castellano la sintaxis (combinación de palabras entre sí formando frases, cláusulas, oraciones, períodos, etc.) es compleja y la morfología (estructura interna de la palabra) es más bien simple. En las lenguas jaqi la situación es exactamente inversa.
Uno de los puntos más discutidos en la literatura especializada es la relación entre el aymara y el quechua, o para decirlo más exactamente, entre la familia jaqi y la familia quechua.
La posición clásica, formulada inicialmente por Orr y Longacre (1968), sostiene que las lenguas jaqi y el quechua están genéticamente vinculadas, o sea, son el resultado actual de la fragmentación de una sola lengua anterior, el quechumara.
2.3. LA FONOLOGÍA
En el aymara hablado en Chile hay tres vocales: i, e, a, u, o; veinticuatro Consonantes: p, p",t,t",k,k´,k", q, q", q´, ĉ, ĉ", ĉ´, s, ´x, x, m, n, ñ, l, λ, p ; y dos semiconsonantes: y, w.
Las siguientes consonantes son muy similares al castellano:
La consonante λ se pronuncia como la ll en el castellano del centro y norte de España:
Los siguientes ejemplos contienen semiconsonantes:
En su forma básica las palabras aymaras pueden ser de dos, tres y cuatro sílabas, de las cuales siempre es tónica la penúltima:
Son muy características las palabras -mayormente de dos sílabas-que tienen sus vocales iguales ("reduplicación vocálica") como:
Cuando las palabras están iniciadas por vocal, ésta se pronuncia como en alemán, con "ataque duro", esto es, conteniendo brevemente la respiración antes de pronunciar la vocal en sí. El efecto práctico del ataque duro es que no habrá liaison o enlace entre la consonante final de una palabra y la vocal inicial de la palabra siguiente.
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2.4. DIVISIÓN DIALECTAL
En el área sur del territorio aymara tienen lugar las siguientes particularidades en la pronunciación de las consonantes:
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En el área norte tiene lugar la siguiente peculiaridad de pronunciación: la consonante q en posición no inicial puede pronunciarse como la j del castellano ajo, pero articulada con el postdorso lingual apoyado contra la parte posterior del velo del paladar. Se la marca así en la transcripción: x.
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Las peculiaridades de pronunciación examinadas sugieren que desde el punto de vista lingüístico el territorio aymara chileno se divide en dos áreas: una septentrional o nortina, y otra meridional o sureña. Todo parece apuntar a que las diferencias entre ambas áreas son más bien menores: detalles en la pronunciación —como los ya expuestos— o preferencia por una palabra frente a otra. El aymara chileno tampoco parece tener grandes diferencias con el boliviano.
En enunciados pronunciados a velocidad normal es muy característica la elisión de la vocal final de algunas de las palabras del enunciado, pero no la de la palabra final. Como el acento conserva su lugar, cuando hay elisión de la vocal final esta resulta con acentuación aguda, en vez de la acentuación normal grave. La elisión vocálica más consistente es la de la última vocal del complemento directo.
También es consistente la elisión de la última sflaba en los numerales maya, ‘uno’ y paya, ‘dos’, con alargamiento de la vocal remanente.
En la conjugación verbal es frecuente la caída o pérdida de algunas vocales —y hasta de sílabas completas— internas, lo que deja como resultado grupos de dos y más consonantes en el interior de la palabra.
Descontada la elisión vocálica, las palabras del enunciado retienen claramente su identidad fonológica, sin fusionarse unas con otras.
En enunciados normales, todas las sílabas se pronuncian con la misma intensidad y altura de tono, con excepción de la sílaba tónica de cada palabra, que es ligeramente más alta y tensa, y de la última sílaba de todo el enunciado, que es ligeramente más baja y laxa. El descenso tonal final aparece no sólo en afirmaciones, sino también en enunciados interrogativos, ya que parece que la diferencia entre aseveración e interrogación se expresa no por la entonación, sino más bien por medio de palabras interrogativas o de sufijos (nominales o verbales) o por una combinación de ambos recursos.
La expresión de valores oracionales por medio de recursos morfológicos bien puede considerarse una característica tipológica de la lengua aymara. Claramente es ésta una lengua polisintética sufijante. Otra manifestación de esta característica tipológica es la retención de la identidad fonológica de las palabras en el enunciado y de los componentes de palabras (raíces y distintos tipos de~sufijos). Aun cuando la gramática del aymara hablado en Chile está por investigarse, los materiales ya reunidos,12 permiten visualizar una rica y compleja sufijación nominal y especialmente verbal que, como vimos, es una característica de las lenguas jaqi que diferencia el aymara del castellano por la simpleza de la estructura morfológica de este último. Por medio de estos sufijos se expresan en aymara en una sola larga palabra (verbo o sustantivo) relaciones, matices, detalles físicos, espirituales, afectivos, cognitivos y pragmáticos del ser y del acontecer, que en castellano expresamos mayormente por varias palabras organizadas en frases y oraciones. El material reunido muestra también que el aymara hablado en territorio chileno no es sustancialmente diferente al hablado en Bolivia, aun cuando ya han sido detectados algunos puntos bien específicos de variación fonológica y léxica.13 Que haya variación de vocabulario no tiene nada de sorprendente, pero la variación fonológica, en cambio, es importante puesto que le sugiere a Harmelink (1985: 12-13) --basándose en sus propios datos y en observaciones de Hardman (1983)- que el aymara chileno representa un estadio arcaico de la lengua, en comparación con el aymara central de Bolivia, más innovador.
3. MAPUCHE O ARAUCANO (mapudungu)
Adalberto Salas *
3.1. El bilingüismo mapuche-castellano
3.2. La lengua mapuche. Denominaciones
3.3. La División dialectal
3.4. La Filiación genética
3.5. La fonología
3.6. La morfosintaxis
3.7. La literatura oral tradicional
3.8. Influencia del mapuche en el castellano de Chile
3.1. EL BILINGUISMO MAPUCHE-CASTELLANO
Hasta fines del siglo pasado, las exitosas guerras defensivas dejaron a la sociedad mapuche en una situación de aislamiento cultural que favoreció el monolingüismo de la población. De hecho, en la época de la incorporación, la mayor parte de la población era monolingüe de mapuche. A lo largo de los últimos cien años esta situación ha cambiado en el sentido de que el castellano se ha impuesto casi universalmente entre los mapuches, de modo que hoy la población es mayoritariamente bilingüe.
El bilingüismo mapuche-castellano aparece como un continuum entre dos extremos: mapuches monolingües de mapuche y mapuches monolingües de castellano. Los ancianos, especialmente los que viven en los sectores más alejados de los centros poblados, están en un punto que se aproxima al monolingüismo mapuche. Por su parte, los que han emigrado de las comunidades y residen en ambientes urbanos, están en un punto del continuum que se aproxima al monolingüismo castellano. En otras palabras, el uso predominante del castellano parece ser función del grado de participación en la vida nacional, en tanto que el uso predominante del mapuche parece ser función del grado de retención de la cultura vernácula.
Grueso de la población mapuche está en los puntos intermedios del continuum. Algunos mapuches hablan predominantemente mapuche y reservan el castellano sólo para sus contactos con la población hispana. Otros hablan predominantemente castellano y usan el mapuche sólo cuando no tienen otra alternativa. Los mapuches residentes en las comunidades suelen estar en el primer caso: hablan castellano sólo cuando viajan a las ciudades y deben interactuar con hispanos para comprar, vender, hacer trámites civiles o comerciales, requerir servicios, etc. Los emigrados de data más o menos reciente suelen estar en el segundo caso: hablan mapuche sólo con ocasión de sus periódicas visitas a sus parientes de las comunidades, especialmente cuando éstos son ancianos. Esto significa que para los mapuches el mapuche es la lengua para la vida comunal tradicional y el castellano es la lengua para el contacto con la sociedad hispánica y la participación en la vida nacional. Una situación tal de bilingüismo es inestable en el sentido de que la supervivencia de la lengua mapuche depende de la supervivencia de esta cultura.
La población no mapuche residente en la Araucanía es monolingüe de castellano: no habla ni entiende mapuche. No tiene la necesidad de hacerlo, ya que como grupo dominante. puede prescindir de la sociedad mapuche. En cambio, ésta no puede marginarse totalmente de su participación en la vida nacional, y la participación implica necesariamente el uso del castellano. En otras palabras, la necesidad de interacción viene desde la sociedad mapuche, motivada siempre por su inserción en la sociedad chilena, que es la que impone las reglas de la interacción; entre otras, hablar castellano.
Así las cosas, la lengua mapuche es hablada siempre por personas mapuches cuando interactúan entre ellas en situaciones referidas a la cultura mapuche tradicional, lo que normalmente ocurre en el ambiente interno de las comunidades. Si hay un hispanohablante involucrado en la interacción, o si ésta está motivada por el contacto con la sociedad hispánica, se habla castellano, aun cuando el tema de la conversación sea la cultura mapuche tradicional. Por ejemplo, dos mapuches que están comentando las incidencias del último partido de palin ("chueca") hablan mapuche, pero si están conversando sobre los precios del lupino en los poderes compradores, hablan en castellano. Un mapuche describiéndole a un etnógrafo un mito mapuche, o a un médico los síntomas de una enfermedad, o a un funcionario sus necesidades crediticias, habla en castellano. Más aún, la sola presencia (real o potencial) de un hispanohablante en la escena del diálogo, fuerza el uso del castellano.
En estas condiciones, la lengua mapuche es la marca objetiva más clara de tal identidad sociocultural: lo habla solamente quien es mapuche, vive como mapuche, y se expresa en relación a los aspectos mapuches de su existencia personal.
Como el castellano es la lengua auxiliar para las interacciones con hispanohablantes, los segmentos poblacionales más afectados por el contacto son los que presentan un mayor grado de bilingüismo: niños en edad escolar, jóvenes y adultos de ambos sexos. A medida que la gente envejece tiende a espaciar sus viajes a la ciudad, permaneciendo la mayor parte de su tiempo en las comunidades, con lo cual revierte al monolingüismo mapuche, ya que allí el castellano es superfluo. En las comunidades los ancianos conviven con los niños preescolares, a los que transmiten el mapuche. Pero los niños son tempranamente
-aun antes de alcanzar la edad escolar- iniciados en el bilingüismo por sus propios padres, quienes suelen visualizar el buen dominio del castellano como un poderoso instrumento de promoción social en el mundo externo a las comunidades.
La escuela chilena ha jugado un rol central en la adquisición del castellano y de las formas básicas del comportamiento urbano moderno por parte de la población mapuche. Aun cuando las escuelas de la Araucanía están pautadas según el modelo único para todo el país, y, en consecuencia, no tienen ni planes ni programas especiales para la atención lingüística y cultural a las minorías vernáculas, ellas representan una inmersión significativa en la lengua y la cultura de la sociedad dominante. En la escuela el niño queda expuesto a la lengua y los contenidos culturales hispánicos. Allí se asienta su bilingüismo, logrando un aceptable equilibrio entre el mapuche y el castellano. Más tarde, a partir de la edad juvenil, este equilibrio se romperá según la orientación de la vida individual.
El joven que emigra a la ciudad está, muy probablemente, destinado a salir del bilingüismo en favor del uso predominante del castellano. En cambio, el que queda en las comunidades, mantiene más bien el uso predominante del mapuche, mientras que su castellano queda restringido al estatus de lengua auxiliar para el contacto. Al quedar inmerso en el medio hispanohablante, el mapuche emigrado a la ciudad mejora notablemente su nivel de dominio del castellano, pero el desuso deteriora su dominio del mapuche. El mapuche residente en las comunidades, en cambio, no desarrolla su castellano más allá de los niveles comunicativos mínimos.
Por lo general, las personas en las que predomina el mapuche presentan un castellano muy característico, con notorias interferencias del mapuche en la pronunciación y en la gramática, con estructuras gramaticales relativamente simples y un vocabulario más bien limitado. Suelen tener serias dificultades de comprensión y de expresión en esta lengua. Muchos manejan muy mal los aspectos pragmáticos de la comunicación lingüística, de modo que su comportamiento verbal resulta insatisfactorio o chocante para la población hispanohablante.
La ruptura más dramática del bilingüismo tiene lugar cuando en el ambiente familiar y comunal, los mayores les hablan a los niños solamente en castellano, prohibiéndoles sistemáticamente el uso del mapuche. En estos casos, la única lengua que los niños aprenden es el castellano precario y aberrante que hablan sus padres. No hablan mapuche ni hablan un castellano satisfactorio para el mundo hispánico. Ultimamente esta situación se ha extendido tanto en la Araucanía, que ya se puede hablar de la existencia de un verdadero dialecto regional del castellano, hablado por la población mapuche y al que los especialistas llaman "castellano mapuchizado" (Hernández y Ramos 1978, 1979), caracterizado por palabras castellanas, pero pronunciadas, estructuradas y organizadas al modo mapuche, y muchas veces usadas con un contenido semántico mapuche. Este dialecto es visualizado por la población hispanohablante como una manifestación lingüística de segundo orden, frecuentemente ridiculizada en conversaciones privadas y hasta en espectáculos públicos.
En las escuelas los niños mapuches se enfrentan a serios problemas derivados de su particular estatus lingüístico. Como ya quedó dicho, las escuelas de la Araucanía están pautadas sobre el patrón general para todas las escuelas chilenas: la misma organización institucional, los mismos planes y programas, el mismo tipo de personal docente. La enseñanza se imparte, por supuesto, en castellano, porque presupone un educando hispanohablante. A este niño hispanohablante nativo se le enseña a leer y escribir en castellano, y en castellano se le enseñan los contenidos culturales hispánicos, entre otros, castellano culto, gramática formal y apreciación de obras literarias chilenas, sudamericanas y españolas. Está claro que en una escuela así no hay lugar para un niño mapuche, que no habla castellano o que habla un castellano mínimo. Es ilusorio pensar en que un sistema educacional tan desajustado lingüística y culturalmente con su población, pueda cumplir adecuada y eficientemente sus objetivos específicos y generales. La escuela rural en la Araucanía debiera estar programada sobre el principio básico de que nadie puede ser alfabetizado en una lengua que no habla; o, formulado en términos más generales, nadie puede ser educado en una lengua que no entiende ni habla. Diversas configuraciones programáticas y curriculares surgen de la aplicación de este principio, pero pueden reducirse a dos posibilidades extremas:
a) la población mapuche deberá ser alfabetizada y educada en mapuche, en tanto que se le enseñará gradualmente el castellano con la metodología de la enseñanza de las lenguas extranjeras; o
b) la población mapuche deberá ser alfabetizada y educada en castellano, después de un intensivo período de preparación en la lengua oral que deje a los niños a un nivel de competencia lingüística equivalente al que tienen los niños hispanohablantes al incorporar-se al sistema educacional.
La aplicación de estas soluciones y, sobre todo, sus consecuencias para la vida de la sociedad mapuche y de la sociedad nacional, tendrían que ser objeto de cuidadosos estudios de planificación lingüística y educacional.
Ya se dijo que los mapuches emigrados a las ciudades tienden a salir de la situación de bilingüismo, orientándose hacia el uso predominante del castellano. A la larga, inevitablemente, llegan al deterioro o a la pérdida de su competencia lingüística en mapuche. Sin embargo, durante la última década se aprecia entre algunos mapuches de residencia urbana el surgimiento de una muy definida actitud de lealtad hacia su lengua nativa, cuya manifestación más relevante ha sido el propósito deliberado de cultivar el mapuche como lengua escrita.
Muchos líderes intelectuales mapuches visualizan el cultivo escrito del mapuche como un medio para asentar ante la comunidad hispanohablante el prestigio de la lengua y de la identidad sociocultural mapuche, y para preservar en textos escritos la cultura vernácula tradicional, afectada -cuando no directamente amenazada- por el impacto de la sociedad hispánica.
En respuesta a este interés, la Sociedad Chilena de Lingüística ha llegado recientemente a la proposición de un alfabeto mapuche, en cuya elaboración trabajaron equipos de lingüistas profesionales, líderes intelectuales, escritores y profesores mapuches. Se aprovechó la experiencia obtenida en la realización de talleres de lectoescritura en mapuche llevados a cabo á partir de 1980 en la Universidad Católica de Temuco y en el Instituto Lingüístico de Verano (Metrenco).
El alfabeto propuesto trata de conciliar la fidelidad en la representación de la pronunciación mapuche con las prácticas ortográficas del castellano, con el propósito de minimizar la interferencia del alfabetismo en mapuche con el alfabetismo en castellano. Especial cuidado han tenido los proponentes en obtener un alfabeto de uso cómodo para los efectos de la escritura a máquina y de imprenta. Dentro de lo posible, han procurado no alejarse mucho del sistema ortográfico en que están escritas las grandes obras clásicas sobre la lengua y la cultura mapuches, escritas desde fines del siglo pasado por el padre capuchino Félix de Augusta y sus cohermanos'.
3.2. LA LENGUA MAPUCHE. DENOMINACIONES
Los mapuches se denominan a sí mismos mapuche, que significa literalmente "gente de la tierra", compuesto de mapu "tierra" y ce "gente, persona". La palabra araucano con que se los conoce en la literatura histórica y antropológica, no existe en la lengua mapuche. En realidad es un gentilicio formado en castellano a partir de Arauco, nombre que el conquistador español dio a la cuenca inferior del río Biobío. A su vez, la etimología de Arauco es incierta, posiblemente se trate de una temprana castellanización del mapuche ragko "aguas gredosas", compuesto de rag "greda" y ko "agua". Se ha señalado también como étimo posible de Arauco al quechua awka "rebelde, salvaje", calificativo que los soldados y funcionarios del imperio incaico habrían aplicado a los mapuches por su belicosidad.
El nombre araucano se impuso en Chile hasta bien entrado el siglo XX, posiblemente por influencia del poema épico de Alonso de Ercilla, que tan marcada importancia ha tenido en la formación de la conciencia histórica del país. Modernamente, los antropólogos y los lingüistas tienden a utilizar la denominación vernácula (mapuche), en tanto que los historiadores tienden a usar la denominación hispánica (araucano). Fuera de los círculos académicos, la denominación mapuche es normal en la Araucanía, donde la gente vive en contacto cotidiano con la población mapuche actual. En el resto del país predomina la denominación libresca araucano, mayormente aplicada a la población autóctona de la época heroica de las Guerras de Arauco, cantada en la epopeya de Ercilla. Los campesinos hispánicos de La Araucanía llaman paisanos a sus vecinos mapuches. Estos, por su parte, llaman wil)ka, literalmente "ladrón, asaltante, usurpador", a los hispanochilenos.
La nomenclatura refleja la tensión entre los grupos. Los mapuches aceptan bien la palabra mapuche, pero son sensibles a los matices despectivos de los derivados mapuchón o mapuchito. La denominación que sienten como más ofensiva es indio. Los hispanohablantes más sensitivos la evitan y recurren eufemísticamente a alternativas como indígena o aborigen.
Los mapuches llaman a su lengua mapuθuŋu, literalmente "habla de la tierra", formado sobre mapu "tierra" y θuŋu "habla". Algunos prefieren la denominación de tipo verbal mapuθuŋun. Al castellano lo llaman wiŋkaθuŋu (n) "el habla (o el hablar) de los chilenos".
3.3. LA DIVISIÓN DIALECTAL
La población mapuche actual es sensiblemente uniforme desde el punto de vista lingüístico. Las diferencias en el habla de las distintas regiones son insignificantes: unos cuantos detalles de pronunciación y de vocabulario. El núcleo de la estructura fonológica y gramatical y del vocabulario, es el mismo a través de todo el territorio mapuche.
A fines del siglo XIX, Rodolfo Lenz distinguió, desde el punto de vista lingüístico, cuatro grupos mapuches, que él denominó picunche, moluche, pehuenche chileno y huiluche, distribuidos así:
- picunche, hablado en llano central hasta la provincia de Malleco, IX Región;
- moluche, hablado en el área llamada Araucanía Central, más o menos correspondiente a la provincia de Cautín, IX Región;
- pehuenche chileno, hablado por la población residente en la precordillera y vertiente occidental de la Cordillera de los Andes, entre las provincias de Biobío (VIII Región) y de Valdivia (X Región);
- huilliche, hablado en la X Región.
Según Lenz, los grupos menos diferenciados entre sí son el moluche y el pehuenche. Estos tienen pocas diferencias con el picunche. El grupo más divergente es el huilliche.
Hoy, a casi cien años de la división de Lenz, el grueso de la población mapuche es moluche. Los grupos picunche y pehuenche son definitivamente minoritarios, en tanto que los huilliches están prácticamente extinguidos, a excepción de algunas pequeñas agrupaciones en el área de San Juan de la Costa, en la provincia de Osorno, X Región.
Los grupos distinguidos por Lenz no corresponden a parcialidades lingüísticas o culturales internamente reconocidas por los mapuches mismos. Con la sola excepción de pehuenche, los nombres elegidos por Lenz son deícticos en mapuche, no nombres de grupos definidos. Así, picunche es una castellanización de pikumĉe "nortino", formado por pikum "norte" y ĉe "gente". Del mismo modo, huilliche procede de wiλiĉe"sureño", compuesto de wiλi "sur" y ĉe "gente". Por su parte, pehuenche viene de peweλĉe "gente del piñón" (de peweŋ"piñón" y ĉe "persona"), que es el nombre que los mapuches del llano central dan a los mapuches cordilleranos, entre quienes es característica la recolección para consumo y venta del fruto ("piñón") del pino araucaria. A su vez, desde el punto de vista de los pehuenches, los mapuches del llano central son ŋoluce (o moluce) "gente del occidente", formado de ŋolu (o molu) "occidente" y ĉe "gente".
3.4. LA FILIACIÓN GENÉTICA
Tradicionalmente se ha considerado que el mapuche es una lengua aislada, "sin relación directa de parentesco" con ninguna de las lenguas del cono sur (Lenz 1896: XXII). Para Englert (1936: 80), en cambio, hay "un probable parentesco, aunque lejano, entre el mapuche, el quechua y el aymara".
En la clasificación de Tovar (1961:194-199) el mapuche aparece en el tipo II ("andino") junto al quechua, aymara, huarpe (allentiac y millcayac), lule-tonocoté, tehuelche, ona y yámana. Según la clasificación estándar, el mapuche pertenece a la subfamilia araucana (familia araucano-chon), del grupo andino, tronco andino-ecuatorial (Greenberg 1960: 794, cit. en Key 1979: 42).
3.5. LA FONOLOGIA
El sistema fonológico del mapuche consta de seis vocales: a, e, i, o, u, ï; tres semiconsonantes: y, w. g; y 18 consonantes: ĉ,θ, f. k, l, λ, m, n, ņ, ñ, ŋ, p, r, s, t ,ţ, tr.
La pronunciación de las vocales es la siguiente:
|
La sexta vocal, ï, es desconocida en castellano. Se puede pronunciar:
1) Como una u, pero con los labios puestos en la posición de una i; en posición inicial absoluta puede estar precedida de una g muy breve y poco audible; en posición final puede estar seguida de esta g, por ejemplo:
muchacha nube |
ïλca o giλĉa |
2) como una e muy breve y poco audible, pero articulada con el dorso de la lengua (no el ápice) ligeramente arqueado hacia arriba; ésta es la pronunciación normal con posición media como en:
pareja |
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Las semiconsonantes y, w, se pronuncian respectivamente como la i en tienda, peine, y la u, en puente, causa. La semiconsonante g se pronuncia como la g castellana en lago pero bastante más relajada. Ejemplos:
nariz maíz treile tú yegua siete |
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La pronunciación de las consonantes es la siguiente:
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La consonante θ se pronuncia de dos maneras:
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La consonante f se pronuncia:
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La consonante λ se pronuncia como la ll en castellano, pero con el ápice lingual ligeramente apoyado entre los incisivos superiores e inferiores:
abuelo, nieto patrilineal |
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La consonante λ se pronuncia como la ll en castellano de Castilla:
tibio |
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La consonante ņ se pronuncia como la n en castellano, pero con el ápice lingual ligeramente apoyado entre los incisivos superiores e inferiores:
pie, pata |
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La consonante tr se pronuncia como el grupo tr del castellano chileno vulgar, por ejemplo en trampa; o como la tr del inglés trip "viaje":
ají |
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Alguna de las seis vocales debe aparecer en toda sílaba. Las vocales pueden estar solas o precedidas o seguidas de una consonante o semiconsonante. Sin embargo, en posición
postvocálica no aparecen las consonantes ĉ, k, p, ţ, t, tr.
Las palabras mapuches simples pueden tener una, dos o tres sílabas, como en:
soga madre golondrina |
θef |
Pero dada la índole de la lengua son frecuentes las palabras largas, sustantivos compuestos o formas verbales ricamente flexionadas o una mezcla de ambos, como en:
|
El acento mapuche no es contrastivo, o sea, su posición no está vinculada con un significado dado. De hecho, el acento puede desplazarse dentro de una palabra, sin que se produzcan cambios de significado o distorsión de la palabra. Las palabras terminadas en consonante o semiconsonante tienden a ser agudas; las palabras terminadas en vocal pueden ser agudas o graves, como en:
mar, lago mentira |
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Cuando en una palabra hay mucha distancia entre la sílaba inicial y la sílaba tónica, aparece un acento secundario en la primera o segunda sílaba, como en:
estrella esta nadando |
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La siguiente lista léxica ilustra el fonetismo mapuche:
1. | agua boca brazo |
ko wïņ lipa |
4. | cabeza cara ceniza cielo |
loŋko aŋe trufken welu |
8. | corazón día diente espalda |
piuke aņţï foro furi |
12. | estrella fuego guata, vientre hombre |
waŋïlen Kïtral pïtra wentru |
16. | hueso humo lengua luna |
foro pitrum kewüņ kïyeņ |
20. | lluvia mano montaña mujer |
mawíņ kuwï mawiθa θomo |
24. | nariz niebla noche ojos |
yu |
28. | oreja pecho pelo lo pené |
pilum ruku ko pïnïn |
32. | perro pie piojo (de la ropa) pierna |
trewa ņamuņ tïņ caŋ |
36. | sangre senos sol uña |
moλfï moyo aņtï wili |
40. | vulva | kutri |
3.6. LA MORFOSINTAXIS
En mapuche los sustantivos no están agrupados en géneros, ni varían formalmente por número. Cuando se trata de animados, la palabra en sí implica un sexo dado y excluye al otro, como en:
padre tía puma (macho) puma (hembra) |
ĉao palu pa ŋi pa ŋki λ |
O incluye ambos sexo, como en:
perro/ a |
trewa |
Para expresar formalmente el número se puede utilizar una partícula libre pu, que indica plural, como en:
los perros/ as |
pu trewa |
O se puede indicar la cantidad precisa por medio de los numerales:
1 (kiñe), 2 (epu), 3 (kila), 4 (meli), 5(kechu), 6 (kayu), 7 ( regle), 8( pura), 9 (ayλa), y para 10(mari), 100( pataca), y mil (waraŋka)
las decenas se obtienen así:
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las centenas se obtienen así:
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el mismo procedimiento permite formar los numerales de mil:
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y las unidades se añaden a los numerales así formados por ejemplo:
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El sistema puede recurrir hasta formar 9.999.
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Al no haber géneros, los adjetivos tienen una sola forma, como puede apreciarse en:
-kiñe ĉoθ alka un amarillo gallo un gallo amarillo |
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pero los adjetivos pluralizados están marcados por el sufijo -ke, como puede apreciarse en:
-kiñe kïme mansun un buen buey un buen buey |
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La mayor parte de los sustantivos son simples, pero es posible hacer composiciones, en las que el primer elemento modifica al segundo, como puede verse en:
piĉi θomo chico mujer niña |
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Hay también sustantivos derivados. Por ejemplo el sufijo -we "lugar lleno de..." se puede añadir a otro sustantivo:
miλa miλa-we |
|
o el sufijo homófono -we "instrumento para..." se puede añadir a una raíz verbal:
lepï-we barrer-instrumento escoba |
o el sufijo -fe "actor, agente" se puede añadir a una raíz verbal:
weñe-fe robar-gente ladrón |
El verbo mapuche es formalmente muy complejo. Mínimamente presenta diferencias por modo, persona y número. Hay tres modos: real (o indicativo), hipotético (o subjuntivo) y volitivo (o imperativo):
trabajaste (real) si trabajas (hipotético) ¡trabaja! (volitivo) |
|
Hay tres personas: 1ª, 2ª y 3ª Las dos primeras están marcadas por número: singular, dual y plural. La 3ª persona no está afectada por la distinción de número. Por ejemplo, en modo real se encuentran las siguientes siete formas:
Sgl.1ª | tripan | salí |
Sgl.2ª | tripaymi | saliste |
Dl. 1ª | tripayu | salimos (dual) |
Dl..2ª | tripaymu | salisteis (dual) |
Pl. 1ª | tripaiñ | salimos (plural) |
Pl..2ª | tripaymin | salisteis (plural) |
Pl. 3ª | tripay | salió, salieron (Sin expresión de número:) |
y hay otra serie comparable en modo hipotético y otra en modo volitivo. Si es necesario, puede precisarse el número de la 3ª persona por medio de dos palabras sueltas: eŋu "dual de 3ª persona", eŋïn "plural de 3ª persona":
tripay ruka meo eŋu salió casa dé dual ellos dos salieron de la casa |
tripay ruka meo eŋïn salió casa de plural varios de ellos salieron de la casa |
Las palabras eŋu y eŋïn pueden fusionarse la forma vebal, como en:
koniŋu ruka meo entró dual casa a ellos dos entraron a la casa |
koniŋïn ruka meo entró plural casa a varios de ellos entraron a la casa |
De acuerdo con las distinciones de persona y número en el verbo, hay pronombres personales para 1ª y 2ª persona en singular, dual y plural:
Singular | Dual | Plural | |
1ª persona | iñĉe | iñĉu | iñĉñ |
2ª persona | eymi | eymu | eymin |
pero no hay pronombres para la 3ª persona. Cuando es necesario, puede recurrirse al demostrativo fey "ése, ésa, ésos, ésas". Ni los pronombres personales ni el demostrativo fey son obligatorios, ya que la persona y el número, cuando corresponde, están claramente marcados en la forma verbal.
Uno de los rasgos más prominentes del verbo mapuche es su capacidad para expresar varias personas interactuantes entre sí, como puede apreciarse en:
yo miré | leli-n |
tú me miraste | leli-e-n |
la desinencia -n indica que ambas formas están conjugadas en 1ª persona singular. Esta es la "persona focal" de la forma verbal. En lelin la 1ªpersona focal es el agente y no hay otra persona interactuante con ella. En cambio, en lelien hay una 2a persona singular comportándose como agente. Es la "persona satélite". Como ésta es agente, la persona focal corresponde al paciente de la interacción:
leli | mirar |
-e | persona satélite 2ª sgl. agente |
-n | persona focal 1ª sgl. paciente tú me mirastesgl. agente |
En cambio en:
lelifiñ | yo lo (la, los, las) miré |
la persona focal 1ª singular (-ñ, una variante de -n) es agente, y la persona satélite3ª (-ñ,una variante de-n ) es paciente | |
elieneo | él (ella) me miró, ellos (ellas) me miraron |
a persona focal 1ª singular (-n) es paciente, y la persona satélite 3ª (e...eo) es agente | |
leliŋen | alguien me miró |
la persona focal 1ª singular (-n) es paciente, y la persona satélite3ª indefinida (-ŋe) es agente. |
El sistema entero es muy complejo: cada verbo transitivo (o transitivizado) contiene una treintena de formas que expresan una completa red de interacciones personales.
Si la forma verbal contiene un paciente, éste puede ser directo, como en:
lelien | tú me miraste (a mí) |
o indirecto, lo que se logra por medio de un tipo de sufijos "indirectizantes", como en:
leli-ñma-e-n ñi ñawe | tú me miraste eso mi hija |
el sufijo -ñma indica que la persona focal paciente 1ª singular (-n) es paciente indirecto de
la acción de mirar (leli) realizada por la persona satélite 2ª singular (-e). El paciente directo de la acción es una persona, animal o cosa perteneciente al paciente indirecto: ñi ñawe "mi hija". En el siguiente ejemplo:
leli-ñma-fi-ñ ñi ñawe | yo lo miré eso su hija |
(compárese leli-n "yo miré", leli-fi-ñ "yo lo miré a él") la gente es la persona focal 1ª singular (-ñ, una variante de -n), el paciente es la persona satélite3ª (-fi); es paciente indirecto, lo que está marcado por -ñma. El paciente directo es ñi ñawe "su hija (de él, el paciente indirecto)".
3.6. LA MORFOSINTAXIS (continuación)
El sistema tiene una complejidad adicional. Si la acción implica alejar al paciente directo de la esfera del paciente indirecto, se usa el sufijo -ñma, pero si implica acercamiento del paciente directo hacia el paciente indirecto se usa el sufijo -lel, como puede apreciarse en los siguientes ejemplos:
kintu-n mamiλ | yo busqué leña |
kintu-e-n | tú me buscaste (a mí) |
kintu-ñma-e-n mamiλ | tú me buscaste eso leña |
kintu-lel-e-n mamiλ | tú me buscaste eso leña |
La diferencia entre los dos últimos enunciados es la siguiente: el sufijo -ñma es separativo e indica que la leña era del hablante y que el oyente la buscó para sí; el sufijo -Iel es aproximativo e indica que el oyente buscó leña para llevársela al hablante. En el siguiente ejemplo:
ŋi a-fi-ñ kaweλo | yo lo compré caballo compré el caballo |
ŋiλa-ñma-fi-ñ Antonio ñi kaweλo |
yo lo compré eso Antonio su caballo yo le compré su caballo a Antonio |
ŋiλa -lel-fi-ñ Antonio ñi kaweλo | yo lo compré eso Antonio su caballo yo le compré su caballo a Antonio |
la forma ŋiλ añmafiñ indica por medio del indirectizante separativo -ñma que el caballo era de Antonio, quien lo vendió al hablante. La forma ŋiλ alelfiñ indica por medio del indirectizante aproximativo -lel que el hablante fué quién compró el caballo y se lo dio a Antonio.
En el modo real el verbo mapuche presenta cuatro matices temporales. La forma básica corresponde a un presente o a un pretérito indefinido:
nie-n kiñe tralka | tengo una escopeta |
Este sufijo sirve para expresar acciones pasadas anuladas por una acción posterior, como en:
kuyθa-fu-n waka, welu weñeñmaŋen | cuidé vaca pero alguien me robó eso cuidé la vaca, pero me la robaron |
Otro sufijo de tiempo es -a que tiene el valor de futuro, como en:
kon-a-n ruka meo | entraré casa a entraré a la casa |
que es muy usado para dar órdenes suavizadas como:
kiθaw-a-ymi | ¡trabajarás! |
es una forma de mandato más suave que el imperativo kiθaw- e ¡trabaja!
El último sufijo de tiempo es -afu que expresa acciones futuras condicionadas, como en:
θunu-afu-n pile ñiθol | yo hablaría si desea jefe si el jefe quiere, yo hablaré |
Dos son los tiempos más usados en modo hipotético: la forma básica y el pretérito remoto (-fu) la forma básica indicada acción hipotética vigente, como en:
θu ŋu-fu-li (aλkïtu ŋea ) | si hablo (alguien me escucha) |
Las formas en pretérito remoto indican hipótesis no cumplidas en el pasado, como en:
θu ŋu-fu-li (aλkïtu ŋea fun) | si yo hubiese hablado (alguien me habría escuchado)) |
Las formas verbales en modo real se niegan por medio del sufijo -la, como en:
tripa-n | salí |
tripa-la-n | no salí |
En modo hipotético se niega por medio del sufijo-no, como
θu ŋu- lmi | si hablas... |
θu ŋu-no- lmi | si no hablas... |
Y en modo hipotético se niega por medio del sufijo -kil, como en:
kon- ŋe | ¡entra! |
kon-kil- ŋe | ¡no entres! |
El verbo mapuche es muy rico en la expresión de detalles físicos y espirituales de la acción, expresados por medio de sufijos, entre otros los siguientes:
-por medio del sufijo -rke el hablante puede indicar que la información es nueva para él, como en:
kewaymi | peleaste |
kewa-rke-ymi | peleaste (ahora que me lo dices lo sé) |
o que había pasado inadvertida para él como en:
ŋoλimi | te embriagaste |
ŋoλi-rke-ymi | te embriagaste (ahora recién me di cuenta) |
o que la información no es de su responsabilidad, como en:
ïrarïmi | gritaste |
ïrarï-rke-ymi | dicen que gritaste |
-el sufijo -ke indica acción acostumbrada, como en:
ŋoλimi | te embriagaste |
ŋoλi-ke-ymi | siempre te embriagas |
-el sufijo -tu indica que la acción representa una vuelta a un estado originario de cosas, como en:
kïpaymi | viniste |
kipa-tu-ymi | viniste (volviendo) |
-el sufijo -pe indica acción reciente, como en:
lefimi | corriste |
lef-pe-ymi | recién corriste |
Hay una serie completa de tres locativos:
ïrarïmi | gritaste |
ïrarï- pa- ymi | gritaste acá |
ïrarï- pu- ymi | gritaste allá |
ïrarï- me- ymi | fuiste allá a gritar |
que se pueden combinar con dos sufijos adverbiales: -yeki "acción gradual" -r "acción puntual", como en:
i-yekï-me-ymi | fuiste comiendo |
i-yeki-pa-ymi | viniste comiendo |
i-r-pu-ymi | hacia allá pasaste a comer |
i-r-pa-ymi | hacia acá pasaste a comer |
Varios de estos sufijos pueden ocurrir en una sola forma verbal, siguiendo un orden rígidamente pautado.
La lengua mapuche no sólo dispone de un rico inventario de verbos, sino que, además, cualquier palabra puede transformarse en verbo por medio de diversos sufijos de función verbalizadora. Por ejemplo, mediante el sufijo -tu la palabra nuka "casa" puede transformarse en rukatu "edificar una casa", como en:
rukaturkeymi | dicen que edificaste una casa |
o la palabra ilo "carne" puede dar o rigen a ilotu "comer carne", como en:
ilotulan | no comí carne |
Por este procedimiento hasta frases completas pueden transformarse en verbo, como en:
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En mapuche es muy característica la llamada "incorporación del complemento directo". Esta funciona así: el verbo y el complemento directo se juntan entre sí y el conjunto resultante se conjuga como si fuera un verbo simple. Por ejemplo: λasu "lacear" y kawe λu "caballo" forman el verbo λasukawe λu "lacear el caballo", como en:
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Se pueden juntar dos verbos para formar uno nuevo. Por ejemplo: awkantu "hácer travesuras" y meke "ocupar tiempo en algo", pueden unirse en awkantumeke "estar durante un tiempo haciendo travesuras", como en:
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Los verbos mapuches presentan un conjunto de seis o siete formas equivalentes al modo infinitivo de los verbos castellanos (infinitivo, gerundio, participio), mediante las cuales se pueden expresar finas relaciones de subordinación. Por ejemplo, el sufijo -lu, combinado con el sufijo -a de futuro (-alu), indica la finalidad o el propósito de una acción, como en:
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en tanto que el sufijo -el, combinado con el sufijo -a de futuro (-ael), expresa la finalidad o el propósito de todo un evento, como en:
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3.7. LA LITERATURA ORAL TRADICIONAL
Las artes verbales ocupan un lugar destacado en la cultura mapuche. Se cultivan las adivinanzas (kuņeo o kuņew), la. oratoria ritual y ceremonial (wewpin), la narrativa histórica (ņítram), y la narrativa de ficción (epeo o epew).
Los epeo son la manifestación más prominente de la literatura oral tradicional mapuche. Se polarizan alrededor de dos temas clave: los epeo míticos y los epeo de animales. Los primeros son de tono tétrico y sombrío, su universo es el de los hechiceros, las creaturas demoníacas, los difuntos. Los epeo de animales son de tono liviano y de sentido fabulesco: los animales reales del territorio mapuche interactúan antropomorfizados como estereotipos conductuales, tales como la astucia, la fuerza física, la ingenuidad, etc.
3.8. INFLUENCIA DEL MAPUCHE EN EL CASTELLANO DE CHILE
Rodolfo Lenz estableció lo que se podría llamar el enfoque clásico de las relaciones entre el mapuche y las características más prominentes del fonetismo del castellano de Chile:
pronunciación alveolar de t/d ante r (como en entre, liendre), pronunciación asibilada (o sea, sin vibración del ápice lingual) de r en posición inicial (como en ropa), y tras l/n (como en alrededor, enredo) y en los grupos rr y dr (como en trapo, droga); pronunciación asibilada de rr (como en perro), pronunciación bilabial de f, aspiración de s final, etc. Estas características fueron atribuidas por Lenz a influencia mapuche, hasta el punto en que llegó a afirmar que el castellano vulgar en Chile "es principalmente español con sonidos araucanos" (1940: 249). Partiendo de argumentos histórico-demográficos y dialectológicos, Amado Alonso (1953) ha demostrado que la posición de Lenz es insostenible: ni en la pronunciación ni en la estructura gramatical del castellano de Chile hay un solo rasgo que pueda ser atribuido con cierta seguridad a influencia del mapuche.
En lo que respecta al léxico, la influencia del mapuche en el castellano chileno es también mínima en cantidad e importancia: las únicas palabras de origen mapuche de uso general en Chile, son nombres de lugares y algunos relativos a la flora y fauna autóctonas.
La nula o mínima influencia del mapuche en el castellano de Chile sugiere por lo menos la necesidad de volver a plantearse el problema de la importancia del componente mapuche en la formación de la identidad sociocultural chilena. En todo caso, desde el punto de vista de la lengua -con toda su carga cognitiva y cultural- la incidencia del mapuche no es significativa.
6. EL YÁMANA O YAGÁN (háusi kút~)
Adalberto Salas *
6.1. La Fonología
6.6. El vocabulario yámana-yagán. Perspectiva etnográfica
El yámana o yagán, la lengua más austral del mundo, fue hablada hasta fines del siglo pasado por un grupo de canoeros nómades extendido a lo largo de los archipiélagos y canales del confín mismo de América, entre la Península de Brecknock y el Cabo de Hornos. Actualmente se encuentra en los momentos finales del proceso de extinción. En la aldea de Ukika, cercana a Puerto Williams, en Isla Navarino, viven cuatro mujeres -todas de más de sesenta años- hablantes terminales de la lengua. Tres de ellas son yaganas y una es alacalufe, criada en la comunidad yagana. Hablaron yagán de niñas, pero ya en edad juvenil se integraron a la cultura hispánica y abandonaron el uso real de la lengua vernácula. Se casaron con colonos hispánicos del área y criaron a sus hijos y nietos como monolingües de castellano. Dos de ellas recuerdan muy bien palabras aisladas en yagán, pero no presentan mayor competencia real en la lengua. La descripción de la pronunciación del yámana-yagán presentada por Salas y Valencia 1990 fue preparada a partir de listas léxicas producidas por estas dos mujeres. Ellas llaman a su lengua háusi kút', y al castellano póla kút'.
6.1. LA FONOLOGÍA
Hay siete vocales: i, e, æ, ', a, o, u; dieciséis consonantes: p, t, k, tr, ĉ,s, ŝ, h, y, r, w, m, n, l, ř. Hay además un golpe glotal (?) similar al descrito más arriba para el alacalufe y el pascuense.
Las vocales i, e, a, o, u se pronuncian aproximadamente como en castellano. La vocal æ, se prónuncia como la a del inglés cat (gato); la vocal ' es parecida a la u del inglés cup (taza).
La pronunciación de las consonantes es la siguiente:
p se pronuncia como en inglés paper (papel); t como en inglés tape (cinta); k como en inglés key (llave); fr como en inglés travel "viaje"; ĉ como en castellano chapa; f como en castellano farol; s se pronuncia mayormente como en castellano, pero a veces presenta una variante retrofleja, o sea, durante su articulación, el ápice lingual está curvado hacia el fondo de la boca; s como la sh en el inglés shower (ducha); h como en inglés house (casa); y como la i en castellano piel; r es siempre retrofleja; w como la u en castellano puente; m como en castellano mano; n como en castellano nada; l como en castellano lado; y ř como la r en castellano cara.
La sílaba puede estar formada por una vocal sola, como en:
á-nan |
canoa |
o por una vocal y una consonante, como en:
an-táe-pa |
carne |
o por una consonante y una vocal, como en:
m'-t'n |
tres |
o por una consonante, una vocal y una consonante, como en:
píh |
animal, pájaro |
Las palabras pueden ser de una sola sílaba, como:
Yáes |
mano |
de dos sílabas, como:
sú-sa |
pingüino |
de tres sílabas, como:
tah-ká-fi |
congrio negro |
de cuatro sílabas, como:
kin-hin-té-ka |
aguilucho |
de cinco sílabas, como:
tu-ma-l'h-t'-ra |
fogata |
y de seis sílabas, como
tu-ma-l'h´-ke- lón-ka-ra |
patalarga |
pero los dos últimos tipos son poco frecuentes.
La sílaba tónica es la más audible; la sílaba o sílabas átonas son breves, relajadas y difusas, lo que da a la palabra un marcado ritmo acentual.
|
donde la sílaba tu lleva un acento de menor intensidad que el que va en la sílaba tónica t'.
Las siguientes palabras ilustran el fonetismo del yámana-yagán:
1. | agua boca brazo |
sima yá? kaméin |
4. | cabeza cara ceniza cielo |
lam'na céisa áfua wákul |
8. | corazón día diente espalda |
sáeskin maóla tún usuála |
12. | estrella fuego vientre hombre |
ahpérnih |
16. | hueso humo lengua luna |
hátug úsku l'n hanúha |
20. | lluvia mano montaña mujer |
paléna yáes tulára? kípa |
24. | nariz niebla noche ojos |
kásus fóka láek'h t'lla |
28. | orejas pecho pelo pene |
uhkír kayápas ústa pínu~ |
32. | perro pie piojo pierna |
yasála káuya w'm lát's |
36. | sangre senos sol uña |
sápa tápas l'm káluh |
40. | vulva | wáhar |
6.6. EL VOCABULARIO YÁMANA-YAGÁN. PERSPECTIVA ETNOGRAFICA
El vocabulario yagán está muy bien adaptado a la naturaleza austral, lo que se refleja en distinciones que normalmente no se hacen en castellano. Así, hay tres palabras para el caiquén:
kímua | caiquén (de pampa) |
lúrh | caiquén (colorado) |
áekus | caiquén (de playa) |
Al castellano pingüino corresponden dos palabras en yagán:
ŝúŝa | pingüino corriente |
kalaóina | pingüino emperador |
Al castellano congrio corresponden dos palabras en yagán:
tahkáfi | congrio negro |
imahára | congrio colorado |
Hay palabras para animales marinos que en castellano distinguimos muy superficialmente, como:
tapáera | lobo marino de dos pelos |
áma | lobo marino corriente |
kéikus | leopardo marino |
Se aprecian pocas palabras de origen hispánico. La mayor parte de los objetos de la cultura europea tienen nombre tomado del inglés, como:
páeti | cama, en inglés bed |
síp | oveja, en inglés sheep |
sóspi | cacerola, en inglés stew-pan |
wínt' | ventana, en inglés window |
wúl | lana, en inglés wool |
húka | anzuelo, en inglés,fish-hook |
En algunos casos no es claro si el anglicismo desplazó a una palabra tradicional o si vino a llenar un concepto nulo en la cultura vernácula, como ocurre en:
rót'na | podrido, en inglés rotten |
líf | hoja de árbol, en inglés leaf |
táel | cola, en inglés tail |
ráunta | redondo, en inglés round |
fáta | grasa, en inglés fat |
húka | flor, en inglés flower |
hórna | cuerno, en inglés horn |
A veces el anglicismo y la palabra autóctona quedaron en contraste parcial, como en:
uhfién | puerta (de la casa tradicional) |
tuár | puerta (moderna), en inglés door |
láina | hilo de pescar |
uŝuámi | hilo (tradicional, hecho de nervio de ballena o guanaco) |
ĉituft'ka | frazada (tradicional) |
plánk'n | frazada (moderna), en inglés blanket |
á?mi | aguja (tradicional, de hueso) |
nísel | aguja (moderna), en inglés needle |
En muchos casos hay conciencia del anglicismo, como en tí (té, en inglés tea) kofí (café, en inglés coffee) o móns (mes, en inglés month); pero en otros casos no, como en rót'na (podrido, en inglés rotten) o fóka (niebla, en inglés fog). La gran cantidad de anglicismos y la notoria ausencia de hispanismos, sugieren que el primer contacto con la cultura europea tuvo lugar a través de anglohablantes, probablemente marinos y misioneros. Durante este período se dio el proceso común y corriente de recepción selectiva de objetos culturales. Cuando sobrevino el poblamiento moderno del área, a fines del siglo pasado, el castellano y la cultura hispánica desplazaron y sustituyeron integralmente a la lengua y la cultura tradicionales, llevándolas a la situación de colapso final.
4. EL ALACALUFE (kawésqar)
Adalberto Salas
4.1. El bilingüismo alacalufe-castellano
4.2. Denominación y división dialectal
4.3. La investigación lingüística del alacalufe
4.4. La fonología
4.5. El vocabulario alacalufe. Perspectiva etnográfica
4.6. La morfosintaxis
4.7. La investigación lingüística del alacalufe.Estado actual
4.1. EL BILINGÜISMO ALACALUFE-CASTELLANO
Dentro del contexto actual de desintegración de su cultura tradicional, los últimos alacalufes conservan su lengua vernácula, la que utilizan en todas las actividades internas de su grupo. En sus contactos con miembros de los otros dos segmentos poblacionales de Puerto Edén, funcionarios y colonos -o incluso en la sola presencia de éstos -utilizan invariablemente el castellano (Clainis 1985: 28; Aguilera 1978: 22). Esto significa que los alacalufes deben someterse a hablar castellano, o sea, darse el trabajo de ser bilingües. Los funcionarios y los colonos chilotes son monolingües de castellano. Simplemente, ellos dan por sentado, como cosa obvia, fuera de toda discusión o cuestionamiento, que son los alacalufes los que deben acomodarse a sus interlocutores hispanohablantes en la situación comunicativa. Queda muy bien reflejado un hecho fundamental: la identidad alacalufe, con todos sus atributos -entre ellos su lengua -es visualizada por los miembros de los otros grupos como un agregado insignificante, cuando no definitivamente indeseable. Los chilenos no tienen ninguna necesidad de aprender la lengua de los alacalufes. En cambio éstos no pueden sustraerse a la necesidad de hablar castellano. Ellos dependen de los hispanos, no a la inversa. De hecho, las interacciones entre alacalufes e hispanos están siempre referidas a la cultura nacional amplia o a la subcultura chilota y motivadas por la necesidad alacalufe de incorporarse a éstas, aunque sea superficial y momentáneamente, por ejemplo para vender botecitos a los pasajeros de un barco de línea, engancharse como tripulante de un barco pesquero o pedir una donación de ropa o víveres a una institución de beneficencia.
Los alacalufes adultos hablan un castellano mínimo (Clainis 1985: 28), mayormente modelado sobre el castellano chilote, y apenas suficiente para interacciones pragmáticas elementales con los hispanohablantes, tales como comprar, vender, trocar y recibir instrucciones simples. La competencia de los niños alacalufes es algo mejor, principalmente por acción de la escuela, pero como contrapartida, se aprecia algún deterioro en su dominio de la lengua vernácula (Aguilera 1978: 23). Por otra parte, el desaparecimiento o la disminución de los contextos sociales tradicionales, por ejemplo, de las grandes partidas colectivas de caza, tiene que haber tenido algún efecto destructivo o desintegrador sobre la lengua vernácula de los adultos mismos. Si la situación se agudiza, podría eventualmente desembocar en la extinción de la lengua vernácula.
4.2. DENOMINACIÓN Y DIVISIÓN DIALECTAL
Los alacalufes de Puerto Edén se llaman a sí mismos kawésqar literalmente "ser humano, persona, gente". La denominación alacalufe, generalizada en Chile, les es completamente desconocida.33 Dividen terminológicamente a la población no autóctona en yemmá (kawésqar) "(gente) blanca"y kstapón "chilote"o su variante despectiva kstaporáy (Aguilera 1978: 20). La palabra general para "extranjero" es palsĉéwe No se aprecia la existencia de un nombre específico para su lengua, la que es referida simplemente como afséksta "habla, hablar".
Aguilera (1978: 41-42 y 1982: 21) sigue la división clásica de Martín Gusinde, la que distingue tres grupos alacalufes, según su área de dispersión:
1)meridional, entre la península de Brecknock pon el sur y el cabo laman por el norte;
2)central, "...islas y canales que se extienden comenzando pon la boca meridional del canal Smith hasta su salida septentrional incluyendo el amplio territorio oriental de Ultima Esperanza";
3)septentrional, desde la "boca meridional que conduce al canal Sarmiento, finalizando en la margen sur del golfo de Penas".
La mayor parte de los alacalufes de Puerto Edén pertenece al grupo septentrional, aunque al menos uno, Celia Navanino (Nº 26 en el censo de Clainis 1985: 33), es tawóksers, literalmente "gente del sur", correspondiente al grupo central de Gusinde (V. Aguilera 1978: 31). Aparentemente, las diferencias entre la lengua de los kawésqar y los tawóksers, se manifiestan más bien en el léxico.
4.3. LA INVESTIGACIÓN LINGUISTICA DEL ALACALUFE
Aguilera (1978: 32-46) presenta un panorama completo de la historia de la investigación lingüística sobre el alacalufe, desde 1688 -1689 hasta 1977, o sea, desde el vocabulario de 225 palabras y algunas frases, recogido en Puerto Galland, pon el navegante francés buhan de la Guilbaudiéne,35 a lo largo de diez meses entre 1688 y 1689, hasta el artículo "Lingüística fueguina"de Chnistos Clainis, de 1977. Con posterioridad a 1978 han aparecido los siguientes estudios:
1) Aguilera y Brito (1980-1981) presentan un relato mítico, en un formato muy elaborado, que incluye: a) dos versiones producidas pon el narrador, una en castellano y otra en alacalufe (en transcripción fonética amplia); b) una traducción en la que se consignan los equivalentes castellanos de cada una de las palabras y componentes de palabras del texto alacalufe; c) una traducción literal al castellano, en la que se conserva el orden del texto original alacalufe; d) una traducción libre al castellano; y e) un análisis sintáctico y estilístico del relato;
2) Aguilera (1982) presenta una breve descripción del fonetismo alacalufe y del vocabulario correspondiente a préstamos culturales recientes;
3) Aguilera (1982 y 1983) trae una descripción completa de la fonología de la palabra en alacalufe;
4) Clainis (1985) entrega una descripción completa de la lengua, en la que reúne y amplía información dispersa en 15 artículos suyos publicados entre 1972 y 1985 (para los detalles bibliográficos de estos artículos V. 1985: 513-514); la parte propiamente descriptiva del libro, (1985: 357-502) está dedicada a la fonología, la morfología y la sintaxis;36 entre el material complementario aparece un vocabulario alacalufe-español (1985: 317-355), los apuntes lingüísticos inéditos de José Emperaire (1985: 223-316), la transcripción de 17 textos en alacalufe (1985: 69-222), las páginas introductorias al vocabulario recolectado en el siglo XVII pon buhan de la Guilbaudiére, y una breve introducción etnográfica complementada con un censo de la población alacalufe de Puerto Edén al año 1971 (1985:13-39).
4.4. LA FONOLOGÍA
El alacalufe hablado en Puerto Edén tiene seis vocales: i, e, æ, a, o, u. De ellas, i, e, o y u tienen aproximadamente la misma pronunciación que tienen en castellano. La vocal representada pon ae se pronuncia como la a en el inglés cat, "gato". La a en alacalufe se pronuncia normalmente como en castellano, pero cuando está en contacto con la consonante q su sonido se parece más bien al del francés páte, "pasta", al inglés card, "tarjeta".
Hay 16 consonantes: p, t, k, q, p’, t’, k’, ĉ ,ĉ‘, f, s, h, m, n, 1, r; y dos semiconsonantes: y, w.
La pronunciación de las consonantes es la siguiente:
|
Además de las consonantes propiamente tales, existe un golpe glotal (?) de estatus dudoso. Un golpe glotal se produce reteniendo momentáneamente el aire en la laringe y liberándolo bruscamente.
El acento alacalufe es libre y puede desplazarse a lo largo de las tres últimas sílabas de una palabra, sin producir alteración en la percepción de la palabra: en cualquier distribución acentual (esdrújula, grave, aguda), la palabra mantiene su significado.
En alacalufe son muy característicos los grupos consonánticos: hasta tres consonantes agrupadas pueden aparecer en posición inicial o final de palabra, en tanto que en posición intermedia pueden aparecer grupos de hasta cuatro consonantes.38 En general, las consonantes aisladas o agrupadas se pronuncian con bastante tensión articulatoria, en tanto que las vocales son más bien relajadas y difusas.
Las siguientes palabras ilustran el fonetismo alacalufe:
1. |
agua boca brazo |
ĉafaláy afkstáy arktésqar |
4. | cabeza cara ceniza cielo |
taskár taskál aymakás árka |
8. | corazón día diente espalda |
ĉenáks aswál serékte taqáyte/taqáytqal |
12. | estrella fuego guata/vientre hombre |
ĉ’elasáwe afĉár ówskstay aksánas |
16. | hueso humo lengua luna |
qar ayékyu qaláktaes akéwek-sélas |
20. | lluvia mano montaña mujer |
áperk terwá wésqar asátap |
24. | nariz niebla,neblina noche ojos |
nóws k’eplás/áyqen ak’yáwe tás |
28. | orejas pecho pelo pene |
k´yáwe kyepqárpe tasĉar-éyok hayéso |
32. | perro pie piojo pierna |
kyóro qát qamálay qát |
36. | sangre senos sol uña |
kstánkse ĉeqyáw arkák-sélas/aswél-sélas ksteyésqar |
40. | vulva | k’yót |
4.5. EL VOCABULARIO ALACALUFE. PERSPECTIVA ETNOGRAFICA
El vocabulario alacalufe es muy sensible a las condiciones del ambiente patagónico. Por ejemplo, dispone de palabras específicas que establecen distinciones en la flora y fauna -especialmente marina- que en castellano no se hacen o se hacen de un modo superficial por medio de perífrasis. Por ejemplo, para el mamífero marino que en castellano se llama lobo marino, con una perífrasis que indica que no se trata de una denominación básica, hay en alacalufe cuatro palabras:
lobo marino común |
|
Del mismo modo, hay palabras específicas para los distintos tipos de patos marinos que en castellano se distinguen perifrástica-mente -sólo cuando es necesario-, por medio de adjetivos aplicados al sustantivo pato:
pato anteojillo pato barrero pato lile pato quetro pato volador |
|
Esto evidencia una manera diferente de ven el mundo: en castellano se trata de diferentes clases de patos, en alacalufe son aves marinas completamente diferentes entre si.
La cultura tradicional de canoeros nómadas cazadores y recolectores marinos se refleja en un matizado vocabulario vinculado a la embarcación tradicional (káyef). Por ejemplo:
a) maniobras, tales como ahálay "achicar la embarcación", asákyar "arriar la vela", yekólay "empujan la embarcación", o kersákta "izar la vela".
b) implementos y partes, tales como ahásqe "achicador"con su arqár "asa"y su kyótqal "base"; ĉepkenáhar "anda"; ĉ‘afasktéhar "brasero de barro para llevar fuego en la canoa"; tafáqay o kĉewéskar "remo corto antiguo"; o ĉersákta "vela de embarcación";
c)desplazamientos pon vía marítima, tales como ĉelkokénar "encontrar navegando"; ĉelhóhoy "llegar navegando"; aqakénak "salir al encuentro navegando"; o ĉelkwáyeks zarpar
La riqueza del vocabulario alacalufe también se aprecia cuando se encuentra vinculado a las actividades de caza y recolección marinas, por ejemplo: kwátal "anzuelo", yewayóhar "arpón para cazar lobos"; t’ánt’ar "arpón de varios dientes"; ama "arpón doble para pescar ĉ‘áwes "fisga"; e ekwák "garrote, para matar lobos"; senékste "honda para cazar pájaros"; diversos tipos de lazos, como féyĉek "lazo de cuero de lobo", táy "lazo de yoqui", tánqe "lazo para cazar patos quetno", arkás "lazo múltiple"; kĉ‘awéskar "lienza de pesca ; feytĉétqal "red para cazar lobos".
4.6. LA MORFOSINTAXIS
En general, los sustantivos y adjetivos alacalufes no presentan variaciones formales de género y número, pero en los sustantivos que implican la noción de persona, puede especificarse el femenino por medio del sufijo -sé-las. Por ejemplo:
|
La hembra de algunos animales puede especificarse por medio de la yuxtaposición de la palabra wálak "hembra". Por ejemplo:
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El minificador -yeké y el femenino -sélas pueden combinarse entre sí, como en:
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Hay un sufijo -s de valor posesivo-partitivo (genitivizador o partivizador). tiene significado posesivo en:
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El significado de partitivo (parte de un todo, explícito en el enunciado o implícito en la cultura), puede apreciarse en el siguiente ejemplo de Aguilera y Brito (1980-1981: 309):
|
El posesivo-partitivo -s, sufijado a arksá "joven" indica "...la pertenencia del protagonista a un grupo o un clan, en el cual él integra el subgrupo de los más jóvenes"(Aguilera y Brito
1980-1981: 316).
A partir de raíces verbales pueden formarse sustantivos por medio de sufijos:
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El alacalufe forma sustantivos compuestos con mucha facilidad; los compuestos son de dos miembros, como en:
|
o de tres miembros, como en:
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La facilidad con que el alacalufe forma palabras nuevas por medio del recurso de la derivación o la composición puede explicar la relativa falta de préstamos del castellano en su vocabulario: frente a un objeto inexistente en la cultura tradicional, el alacalufe prefiere formar un término nuevo desde su interioridad a acomodar la palabra castellana a su fonetismo. Por ejemplo:
|
Sin embargo, el recurso del préstamo no está ausente del todo, como puede apreciarse en:
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En los pronombres personales propiamente tales hay formas para 1ªy 2ª persona, sin contraste por número, pero finamente matizados desde el punto de vista de la vinculación entre persona y acción. Así, para la 1ª persona existen una forma "simple"o "trascendente", ce (o ces), que no marca el tipo de vinculación entre persona y acción, y dos formas "compuestas"(coco): 1) forma simple ce-es-ce (apocopada: ces), que tiene valor atributivo, como en:
2)forma compuesta ¿óco (apocopada: ¿o) de valor autoactivante, como en:
(Aguilera y Brito 1980-1981: 309) la marca de 3ª persona, qey, no aparece en la forma verbal porque el sujeto ya está expresado en el enunciado (kyus cazar "su papá").
El enunciado está atribuido al oyente, 2ª persona singular, por medio del pronombre personal respectivo (ĉaws, "tú"). Para Aguilera (1978: 56-57), las distinciones temporales se expresan de dos maneras: 1) por medio de una partícula, -asós, "pretérito", que aparece como nexo conjuntivo en las oraciones compuestas, por ejemplo:
2) por medio de sufijos opcionales que establecen las siguientes distinciones temporales:
Se ha registrado un sufijo opcional, -ker, que expresa aspecto durativo, o sea, presenta la acción o el evento como prolongándose en el tiempo, por ejemplo en:
Aguilera y Brito (1980-1981: 305 y 313) presentan otros dos sufijos verbales vinculados al
Este único ejemplo sugiere más que un sentido hipotético, un valor de evento o acción condicionada al cumplimiento de una hipótesis: "dado que el coipo entre, lo matarás a garrotazos"o "si el coipo entra, lo matarás a garrotazos". También está descrito en Aguilera (1978:56) un prefijo verbal, ĉeĉáw-, de sentido "reflejo"o "reflexivo", como puede apreciarse en:
En el texto presentado por Aguilera y Brito 1980-1981 se puede constatar la aparición, en el discurso alacalufe, de una serie de partículas, algunas pertenecientes al ámbito del verbo ("partículas verbales") y otras pertenecientes más bien al ámbito de la oración completa ("partículas irrestningidas"), cuya función es-aparentemente- la de vincular al hablante con su enunciado. Por ejemplo, la partícula irrestningida -Sa tiene como función subrayar la información focal del enunciado, y la partícula verbal hoyok, llamada "narrativa", tiene como función indicar que el contenido del enunciado procede de relato tradicional, y no de la experiencia directa y personal del emisor. |
4.7. LA INVESTIGACIÓN LINGUÍSTICA DEL ALACALUFE. ESTADO ACTUAL
La lengua alacalufe ha sido estudiada, desde la década del ‘70, por dos lingüistas profesionales:
Oscar Aguilera y Christos Clainis. Trabajando separadamente, ambos investigadores han venido entregando a la comunidad científica sus observaciones en artículos publicados en revistas especializadas nacionales y extranjeras. En1985 Christos Clainis publicó una descripción completa de la lengua (Clainis 1985: 357-502).
Las publicaciones de Aguilera y de Clains son altamente especializadas, en el sentido de que están dirigidas a un público lector preparado en lingüística descriptiva. Hasta el momento no se ha escrito en Chile una obra de divulgación, que ponga al alcance del público no especializado el conocimiento que los profesionales han acumulado en dos décadas de investigación de la lengua alacalufe.
5. PASCUENCE (vaná a rápa núi)
Adalberto Salas *
5.1. El bilingüismo pascuense-castellano
5.2. La lengua pascuense. Clasificación y tipología
5.3. La fonología
5.4. Gramáticas, diccionarios y obras de consulta
5.1. EL BILINGUISMO PASCUENSE-CASTELLANO
La población isleña nativa es bilingüe de pascuense y castellano. El pascuense es la lengua normal de la vida intrafamiliar y, en general, de las interacciones cara a cara entre isleños. El castellano es la lengua de las interacciones con los continentales y de las situaciones producidas por el contacto con la cultura europeo-occidental, incluido el contacto epistolar entre isleños (Gómez Macker 1982: 95).
Dadas estas condiciones, el comportamiento bilingüe aparece mayormente en la población adulta. Los niños en edad preescolar y los ancianos tienden al monolingüismo en pascuense, ya que su dominio interaccional suele estar limitado a la familia y a pequeños grupos de panes. El niño todavía no se ha incorporado al contacto y el anciano ya se ha retirado de él.
Para los niños, la adquisición masiva del castellano empieza en la primera institución de contacto con la sociedad hispánica: la escuela, que es el factor más eficiente en la adquisición de la lengua y la cultura hispánicas. En términos de la inmersión escolar, el niño aprende el castellano, aun cuando la escuela, por su diseño mismo, no incluye la enseñanza formal y sistemática del castellano como segunda lengua. Gómez Macker dice al respecto que en la escuela el aprendizaje del castellano “... se ha visto tradicionalmente entorpecido pon múltiples circunstancias...” entre las cuales destaca el que se utilice “...en la enseñanza del castellano, las mismas metodologías y los mismos textos elaborados para hispanohablantes monolingües”; para concluir evaluando el proceso completo de enseñanza del castellano como “...asistemático, inadecuado y, a menudo, contraproducente a juzgar por los resultados deficientes”. (Gómez Macker 1982: 98).
La severidad de la crítica de Gómez Macker está objetivamente motivada por el desempeño, en general pobre, de los pascuenses en castellano. En efecto, la población nativa isleña sabe sólo el castellano mínimo suficiente para manejar interacciones elementales con los hispanohablantes. Las interacciones que requieren el uso del castellano cultivado e intelectualizado, tanto oral como escrito, caen completamente fuera de la competencia lingüística de los nativos. Gómez Macker considera que ésta “. . .podría ser una de las principales causas —si no la principal— del constante fracaso escolar de la población estudiantil isleña que año tras año viaja al continente para continuar sus estudios. Su deficiente dominio del castellano les [sicl impide competir exitosamente con otros alumnos chilenos”
(1982: 98).
En un pasaje, Gómez Macker afirma que
"la lengua castellana al alcance de los isleños es ya una de las variedades más dialectalizadas del castellano hablado en el país" (1982: 96), lo cual sugiere que el castellano hablado por los pascuenses presenta masivamente rasgos fonológicos, gramaticales y léxicos típicos, divergentes del castellano estándar chileno, algunos atribuibles a interferencia de las pautas fonológicas, gramaticales y léxicas de la lengua pascuense, y otros atribuirse a internalización deficiente de las pautas del castellano. Gómez Macker no hace esta última distinción, sino que vincula directamente todos los rasgos del castellano isleño a influencia de la lengua pascuense: "El español isleño corresponde a una variedad dialectal con fuerte influencia de la lengua rapa nui". (1986: 60, lo destacado es mío). Aduce ejemplos, entre los que se encuentran algunos que efectivamente pueden atnibuirse a interferencia del pascuense, como “inseguridad en la realización de fonemas del castellano inexistentes en lengua rapanui, tales como /~/, /g/, /1/, /i/, /s/” y otros que pueden atribuirse a limitaciones en el modelo castellano aprendido, como ".. .utilización de léxico rudimentario cotidiano... predominio de formas orales coloquiales".
Aun cuando el castellano isleño está siendo investigado desde 1973 por Gómez Macker (1982: 97-98), no han aparecido trabajos descriptivos que entreguen información factual sobre el dialecto. La única referencia con-creta es el siguiente párrafo (parcialmente citado más arriba) de Gómez Macken:
[el castellano pascuense presenta inseguridad en la realización de fonemas inexistentes en lengua napa nui, tales como /g/, /1/, /r/, /s/; tendencia a agregar vocales en silaba final abierta; eliminación de grupos consonánticos; destrucción del diptongo; introducción de préstamos léxicos rapa nui; utilización de léxico rudimentario cotidiano; alteración del orden estructural de la oración; inseguridad en el uso de las concordancias; predominio de formas orales coloquiales. (1986: 60).
Desde 1976 el Ministerio de Educación ha puesto en marcha un Nuevo Plan Educacional Experimental y Laboral para la Isla de Pascua, “en el cual se contempla, por primera vez, la enseñanza oficial de la lengua pascuense en la Escuela de la Isla” (Gómez Macker 1982: 96), como una asignatura del plan de estudios en los primeros seis años de la educación básica, con cuatro o cinco horas semanales (y. Gómez Macken 1986: 58).
La enseñanza oficial del pascuense en la escuela isleña está inserta en el contexto de un proyecto global de cultivo de la lengua pascuense, el que también incluye alfabetización vernacular de isleños adultos y la formación de escritores nativos.
El programa está siendo implementado por personal del Instituto Lingüístico de Verano en convenio con la Universidad Católica de Valparaíso. Inicialmente, Roberto Weber y Nancy lhiesen de Weber prepararon un sistema ortográfico alfabético adecuado a la expresión escrita del pascuense (Weber y Thiesen 1985), y han dirigido la preparación de material didáctico para la enseñanza del vernáculo en la Escuela de Isla de Pascua (y. Gómez Macker 1982: 96) y dos Talleres de Escritores Rapa Nui, uno en 1984 y otro en 1985. Los textos producidos en el Taller de 1984 fueron reunidos posteriormente en un volumen publicado por la Intendencia de la V Región (1986) y vienen presentados en pascuense y castellano. Algunos son de orientación folclórica (relatos, leyendas), y otros se vinculan con la experiencia individual del escritor (poemas, anécdotas)
5.2. LA LENGUA PASCUENSE. CLASIFICACIÓN Y TIPOLOGÍA
La lengua pascuense pertenece a la rama polinésica de la familia austronésica, hablada desde el sudeste asiático hasta la Isla de Pascua (Comnie 1981: 236). Desde el punto de vista tipológico, estas lenguas son aislantes. En las lenguas aislantes -a veces llamadas también analíticas-las palabras son invariables, y las categorías gramaticales y las relaciones sintácticas se expresan por medio de palabras independientes ("partículas"), y no por variaciones formales de las palabras de contenido, como ocurre en las lenguas flexivas. Por ejemplo, en castellano, el plural de los sustantivos está marcado por una variación formal en el sustantivo mismo: la adición del sufijo -s o -es, como en hombre / hombre-s; árbol / árbol-es; en cambio, en pascuense se recurre a la partícula a, como en:
taŋáta | hombre |
ŋa taŋáta | hombres |
túmu | árbol (tronco) |
ŋa túmu | árboles (troncos) |
Otro ejemplo. En una lengua altamente flexiva, como el latín, la relación de poseedor (o genitivo) se expresa por medio de una variación formal en el sustantivo: terra (tierra) vs. terrae(de la tierra), como en:
terrae umbilicus | de la tierra el ombligo el ombligo de la tierra |
En cambio, en pascuense esta misma relación se marca por medio de la partícular o como en:
Te píto o te henúa | El obligo de la tierra |
La misma situación se da en el verbo. Por ejemplo, en castellano el tiempo, el modo, la duración y la persona (con su número) están marcados en la terminación verbal, por ejemplo en nadaste se puede reconocer la raíz nad, la vocal temática de 1ª conjugación -a, y la marca de pretérito perfecto (indefinido) y la 2ª persona singular -ste. En cambio, en pascuense, estas mismas nociones se expresan por medio de partículas separadas:
i káu kóe | pretérito nadar tú |
Todo esto significa que en una lengua aislante como el pascuense -y todas las demás lenguas polinésicas- la morfología (o sea, la estructura interna de las palabras) es sencilla, en tanto que la sintaxis (o sea, la pauta de combinación de palabras y partículas en la oración) es compleja.
Los pascuenses llaman a su lengua vanáiŋa rápa núi (abreviado rápa núi), literalmente "el habla (o el hablar) de rápa núi". Por su parte, rápa núi es el nombre nativo de Isla de Pascua. Fuentes (1960: 309) discute así su significado:
|
5.3. LA FONOLOGÍA
En pascuense hay cinco vocales i, e, a, o, u; y diez consonantes: p, t, k, y, fr, m, n, ŋ, r.
Las vocales se pronuncian aproximadamente como en castellano. Entre las consonantes las siguientes:
P t k m n |
son muy parecidas al castellano, aunque las tres primeras tienen una ligera aspiración, como en inglés pea (arveja), tea (té) y key (llave). Además, la consonante t se pronuncia mayormente con el ápice lingual apoyado en los alvéolos superiores, no tanto en la cara interna de los incisivos superiores.
Las siguientes consonantes no existen en castellano:
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La mayor parte de las palabras pascuenses tienen silabas formadas por una consonante
-incluido el golpe glotal- y una vocal, como en:
pí-ro | hediondo |
tú-mu | árbol, tronco de árbol |
ká-ru | semilla |
?á-ka | ancla |
mó-tu | islote |
pó-ki | niño, niña |
tá-ne | hombre (varón) |
Dos vocales contiguas se pronuncian en diptongo, o sea, en la misma sílaba. Así:
kái | comer |
káu | nadar |
Ambas son monosílabas. Así, en kauháŋa (ingle) hay tres sílabas (kau-há-ŋa) con los segmentos vocálicos au formando diptongo; en cambio, en ka?-ŋuá (fila, hilera), también hay tres sílabas (ka-?ú-ŋa), pero los dos segmentos vocálicos, a y u, están en sílabas diferentes, por efecto del golpe glotal, el que realiza aquí como un simple "corte"entre vocal y vocal.
Del mismo modo, henúa, tierra, tiene dos sílabas (he-núa), en oposición a matú?a, padre, madre, que tiene tres sílabas (ma-tú-?a).
Lo normal es que la segunda vocal de la secuencia se pronuncie relajada. Así, en téa (rubio) la a es laxa ("desilabizada"); en cambio en te?a, flecha, la a tiene articulación normal, plenamente silábica.43
En una misma silaba pueden concurrir dos vocales iguales, la segunda de ellas laxa, como éepe, macizo, corpulento (vs. épe, lóbulo de oreja).
Una alternativa viable para estos casos es postular la existencia de vocales breves (i, e, a, o, u), opuestas a vocales largas (i:, e:, a:, o:, u:), de modo que "macizo, corpulento" es
pe, con e: larga, en oposición a "lóbulo de la oreja" ?épe, con e breve. Esta es la alternativa elegida por Weber y Thiesen (1982 y 1985) y Guerra et al. (1984).
Las palabras pascuenses pueden tener dos sílabas, como:
ŋútu | boca |
háŋa | bahía, caleta |
tres sílabas, como:
va-hí-ne | mujer |
ti-ŋá-?i | matar |
o cuatro sílabas, como:
ma-ta-hí-ti | año |
ha-?a-tá-?a | aislado |
La mayor parte de las palabras son graves, pero hay algunas palabras agudas, como:
matá | obsidiana |
maŋó | tollo |
pahí | barco |
?ananá | piña |
Son muy frecuentes las palabras reduplicadas. Los componentes de la reduplicación conservan su acentuación individual, como en:
páka-páka | seco |
?íti-?íti | pequeno |
?ópa-?ópa | balanceo |
néhe-néhe | bonito |
Claramente la lengua es de ritmo silábico. Esto significa que la diferencia de perceptibilidad entre sílabas tónicas y sílabas átonas es poca, de donde las palabras retienen su identidad fonológica y su audibilidad cuando se combinan unas con otras para formar unidades morfológicas (compuestos) y sintácticas (frases, oraciones). Guerra et al. (1984) registran unos pocos casos excepcionales de pérdida de sonidos en habla rápida.
La siguiente lista léxica ilustra el fonetismo pascuense:
1. | Agua boca brazo |
vái háha-ŋútu keké?u |
4. | cabeza cara ceniza cielo |
pu?óko ariŋa e?o-é?o ráŋi |
8. | corazón día diente espalda |
mahátu mahána ního tú?a/-ívi |
12. | estrella fuego guata, vientre hombre |
hetú?u áhi manáva taŋáta |
16. | hueso humo lengua luna |
ívi áu aréro maahína |
20. | lluvia mano montaña mujer |
úa ríma ma? ŋa ví?e-vahíne |
24. | nariz niebla noche ojo |
íhu kapú?a póo máta |
28. | oreja pecho pelo pene |
taríŋa úma rau?óho ?úre |
32. | perro pie piojo pierna |
paihéiŋa vá?e kútu horéko |
36. | sangre senos sol uña |
tóto ?ú?u ra?á maikúku |
40. | vulva | komári |
5.4. GRAMÁTICAS, DICCIONARIOS Y OBRAS DE CONSULTA
Se han escrito dos descripciones completas del pascuense, que incluyen pronunciación, gramática y vocabulario: Englert, 1978; y Fuentes, 1960. Las dos son obras preparadas dentro de la tradición de estudios gramaticales y lexicográficos anteriores al desarrollo en el país de la lingüística descriptiva. Ambas están basadas en la observación directa de la realidad lingüística pascuense. Englert es de gran interés por su cuidadoso registro de usos antiguos. Fuentes trae una enorme cantidad de material -su diccionario registra 4.300 ítemes léxicos- mayormente recogidos de informantes nativos.