EL AYMARA
Adalberto Salas
2.1 El bilingüismo aymara- castellano
2.2. Filiación genética
2.3. La fonología
2.4. División dialectal
2.1 EL BILINGÜISMO AYMARA- CASTELLANO
Durante las últimas décadas, la sociedad global hispano-chilena ha quebrado el aislamiento geográfico de la minoría aymara, mediante mejoras sustantivas en la red vial, en los sistemas de intercomunicación radiotelefónica, en el alcance de la radio y televisión, en la creación de escuelas, y muy especialmente, mediante reformas en la organización y funcionamiento de escuelas especiales situadas en puntos clave del territorio aymara.
Como consecuencia directa de la intensificación del contacto con la sociedad hispánica, los aymaras chilenos han tenido que aprender a comportarse en más y más contextos sociales nuevos que exigen el uso del castellano. En otras palabras, el castellano ha pasado a ser una condición dada en el ambiente social que ningún individuo aymara puede proscribir o ignorar completamente.
La sociedad aymara chilena actual vive, entonces, una situación de bilingüismo. En términos generales, se desenvuelve en castellano en actividades orientadas hacia la sociedad global y en aymara en actividades orientadas hacia su cultura tradicional andina.
Siendo el castellano función del inevitable contacto con la sociedad global-prestigiosa y atractiva -niños son tempranamente iniciados en su uso en la casa, por sus propios padres. Posteriormente la escuela sistematiza y formaliza la enseñanza del castellano, tanto en lo que respecta al sistema lingüístico en sí, como a sus contenidos culturales y su visión del mundo. El predominio del castellano en los niños, muchas veces concomitantes con la relegación o la postergación del aymara, observado por Harmelink (1985:18, 27-28, 29-31), por Grebe (1986: 43-45), y por Gundermann (1986: 169-170, 173), puede ser explicado en términos de una preparación deliberada para el contacto, primero en el hogar y luego en la escuela.
En el mismo sentido, los segmentos poblacionales en los que se aprecia más claramente el predominio del español, son precisamente aquellos que tienen a su cargo la mayor parte del contacto: hombres maduros, adultos y jóvenes. En los ancianos de ambos sexos el predominio del Aymara es claro: ellos se han retirado a la vida intrafamiliar y aparentemente su ámbito más amplio de acción es el grupo vecinal, en tanto que sus actividades rutinarias están orientadas hacia la cultura tradicional. En edades comparables, en las mujeres predomina el Aymara, y en los hombres el castellano como lo nota Grebe 1986: 44. (y. también Valencia 1984: 54. Las actividades laborales femeninas se ejercen más bien en el ámbito doméstico interno, el más tradicionalista e inaccesible al contacto. Es en vista de esta orientación del trabajo que los aymaras dan menos escolaridad a sus hijas que a sus hijos: son éstos -no aquéllas- los que van a tener a su cargo la mayor parte del contacto con los hispanohablantes.
Grebe (1986: 43) vincula además el predominio del castellano con la localización en la precordillera: “Son monolingües de castellano los pueblos cordilleranos (cos tinos), quienes hace tiempo perdieron la lengua aymara. Sólo algunas personas de edad avanzada pueden hablarla o comprenderla un poco...En su opinión, sólo hay bilingüísmo en el altiplano, pero con notorio predominio del castellano.
Harmelink (1985:18-29) presenta la situación en forma más matizada y realista que Grebe. Dado un continuo entre dos extremos -probablemente inexistentes- constituidos por aymaras monolingües de aymara y aymaras monolingües de castellano, el predominio de una u otra lengua parece depender de varios parámetros:
-distancia relativa con respecto a los centros urbanos mayores del área (Arica e Iquique);
-tamaño del poblado, principalmente el estatus de poblado en oposición al de simple caserío (o estancia);
-facilidad de acceso, o sea el tiempo y la dificultad involucrada en un viaje a un pueblo en particular” (1985: 20);
- importancia política, dependiente de “si un pueblo cumple alguna función oficial”
(1985: 20);
-grado de influencia externa, manifestado por la presencia de la institucionalidad nacional en un poblado dado.
El tamaño del poblado parece ser decisivo, ya que de él dependen los otros paráme
tros: los poblados más grandes tienen mejores caminos, son elegidos como sedes de los servicios públicos nacionales, tienen siempre escuela, etc.
La operación de estos parámetros hace necesario distinguir entre poblado (“pueblo” en la denominación de Harmelink) y caserío; entre altiplano y cordillera; y además, separar la provincia de Iquique en términos del mayor aislamiento geográfico de su enclave aymara. Se obtiene así el siguiente diagrama que ilustra el patrón general de uso de la lengua aymara (1985: 21):
Mínimo - precordillera: pueblo
- precordillera: caserío y altiplano: pueblo
Grado de uso del aymara - altiplano: caserío
- Iquique: pueblo
Máximo - Iquique: caserío
Dentro de este patrón general entran a funcionar las variables individuales de sexo y grupo de edad; predominio del aymara en los ancianos y del castellano en los niños, predominio del castellano en los hombres y del aymara en las mujeres.
En último término, los parámetros de Harmelink apuntan a que en los lugares en los cuales el contacto con la sociedad hispánica es más consistente y permanente, antiguo y arraigado, predomina el castellano, e inversamente, donde el contacto es más bien esporádico y reciente, predomina el aymara. Por otra parte, las relaciones comerciales de los aymaras chilenos con los aymaras bolivianos, se manejan normalmente en aymara (V. Harmelink 1985: 23, 31-34), lo que contribuye a mantener equilibrada la situación de bilingüismo.
En general el castellano hablado por los aymaras es acentuado. En algunos casos puede llegar a ser tan fluido como el de un hispanohablante nativo, pero siempre marcado por algunas desviaciones en la pronunciación y en la estructura gramatical.2 Algunas de estas desviaciones están motivadas por interferencia del aymara, en tanto que otras reflejan simple falta de conocimiento y dominio de la estructura fonológica y gramatical del caste2 Urquhart, 1987, ha descrito algunas de las características desviantes del castellano aymara, especialmente las relativas al uso del artículo y el pronombre.
2.2. FILIACIÓN GENÉTICA
Según Hardman (1978) y Hardman et al. (1988), el aymara pertenece a la familia lingüística ja ql.7 En importancia numérica, ésta es la segunda de las familias lingüísticas andinas, después de la quechua.
En el mismo sentido apuntan algunos pasajes de Gundermann (1986: 167, 169, 170) y Harmelink (1986: 26).
Harmelink (1985:1-4) discute brevemente las limitaciones de la entrevista directa como procedimiento para recopilar información relativa al uso del lenguaje. Dadas las condiciones de la entrevista con preguntas directas, ésta es recomendable más bien para el estudio de sistemas de actitudes.
La mejor presentación de la situación sociolingüística actual en el dominio aymara. es de Gundermann (1988), al que tuve acceso cuando ya este artículo estaba en proceso de impresión.
Pronunciado táqe, que significa “persona, ser humano”. Los detalles de la transcripción vienen más adelante, en la sección “La fonología”.
Tres son las lenguas jaqi existentes hoy:
1. El kawki, hablado hoy por unas doscientas personas ancianas en la provincia de Yauyos, departamento de Lima, en Perú;
2. El jaqaru, hablado en la misma área por unas dos mil personas; y
3. El aymara, cuyo centro territorial es el altiplano andino en el área circundante al lago Titicaca. Cuenta con unos tres millones de hablantes (Hardman et al. 1988:1, 13n.), distribuidos en Bolivia y Perú, a los que hay que añadir núcleos más pequeños situados en Argentina y en Chile.
Todas las lenguas jaqi se carácterizan por la simplicidad de su sistema vocálico, de sólo tres unidades: i, a, u (aun cuando 1/u suelen presentar variantes no significativas algo más bajas, e/o respectivamente). También es característica la gran riqueza y complejidad de su consonantismo: 36 en kawki y en jaqaru la misma cantidad, pero las consonantes en sí no son completamente congruentes. El aymara, como se verá en detalle más adelante- tiene un sistema consonántico más simple, de sólo 26 unidades.
También estas lenguas se caracterizan por la complejidad de su morfología verbal y por su sintaxis relativamente simple. Esto significa que los enunciados están compuestos mayormente por una larga palabra, el verbo, el cual expresa, mediante partículas sufijadas a su raíz, todos los contenidos necesarios para que la enunciación tenga sentido completo en sí misma. Por ejemplo, en aymara, una sola palabra:
parlakipasipxañanakasakipunirakispawa
es una unidad comunicativa completa, equivalente a todo un período oracional complejo en castellano: Yo sé que es deseable y que es necesario que nos comuniquemos entre todos siempre no más” (Yapita 1972, citado en Hardman 1978: 9). En castellano la sintaxis (combinación de palabras entre sí formando frases, cláusulas, oraciones, períodos, etc.) es compleja y la morfología (estructura interna de la palabra) es más bien simple. En las lenguas jaqi la situación es exactamente inversa.
Uno de los puntos más discutidos en la literatura especializada es la relación entre el aymara y el quechua, o para decirlo más exactamente, entre la familia jaqi y la familia quechua.
La posición clásica, formulada inicialmente por Orr y Longacre (1968), sostiene que las lenguas jaqi y el quechua están genéticamente vinculadas, o sea, son el resultado actual de la fragmentación de una sola lengua anterior, el quechumara.
2.3. LA FONOLOGÍA
En el aymara hablado en Chile hay tres vocales: i, e, a, u, o; veinticuatro Consonantes: p, p",t,t",k,k´,k", q, q", q´, ĉ, ĉ", ĉ´, s, ´x, x, m, n, ñ, l, λ, p ; y dos semiconsonantes: y, w.
Las siguientes consonantes son muy similares al castellano:
La consonante λ se pronuncia como la ll en el castellano del centro y norte de España:
Los siguientes ejemplos contienen semiconsonantes:
En su forma básica las palabras aymaras pueden ser de dos, tres y cuatro sílabas, de las cuales siempre es tónica la penúltima:
Son muy características las palabras -mayormente de dos sílabas-que tienen sus vocales iguales ("reduplicación vocálica") como:
Cuando las palabras están iniciadas por vocal, ésta se pronuncia como en alemán, con "ataque duro", esto es, conteniendo brevemente la respiración antes de pronunciar la vocal en sí. El efecto práctico del ataque duro es que no habrá liaison o enlace entre la consonante final de una palabra y la vocal inicial de la palabra siguiente.
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2.4. DIVISIÓN DIALECTAL
En el área sur del territorio aymara tienen lugar las siguientes particularidades en la pronunciación de las consonantes:
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En el área norte tiene lugar la siguiente peculiaridad de pronunciación: la consonante q en posición no inicial puede pronunciarse como la j del castellano ajo, pero articulada con el postdorso lingual apoyado contra la parte posterior del velo del paladar. Se la marca así en la transcripción: x.
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Las peculiaridades de pronunciación examinadas sugieren que desde el punto de vista lingüístico el territorio aymara chileno se divide en dos áreas: una septentrional o nortina, y otra meridional o sureña. Todo parece apuntar a que las diferencias entre ambas áreas son más bien menores: detalles en la pronunciación —como los ya expuestos— o preferencia por una palabra frente a otra. El aymara chileno tampoco parece tener grandes diferencias con el boliviano.
En enunciados pronunciados a velocidad normal es muy característica la elisión de la vocal final de algunas de las palabras del enunciado, pero no la de la palabra final. Como el acento conserva su lugar, cuando hay elisión de la vocal final esta resulta con acentuación aguda, en vez de la acentuación normal grave. La elisión vocálica más consistente es la de la última vocal del complemento directo.
También es consistente la elisión de la última sflaba en los numerales maya, ‘uno’ y paya, ‘dos’, con alargamiento de la vocal remanente.
En la conjugación verbal es frecuente la caída o pérdida de algunas vocales —y hasta de sílabas completas— internas, lo que deja como resultado grupos de dos y más consonantes en el interior de la palabra.
Descontada la elisión vocálica, las palabras del enunciado retienen claramente su identidad fonológica, sin fusionarse unas con otras.
En enunciados normales, todas las sílabas se pronuncian con la misma intensidad y altura de tono, con excepción de la sílaba tónica de cada palabra, que es ligeramente más alta y tensa, y de la última sílaba de todo el enunciado, que es ligeramente más baja y laxa. El descenso tonal final aparece no sólo en afirmaciones, sino también en enunciados interrogativos, ya que parece que la diferencia entre aseveración e interrogación se expresa no por la entonación, sino más bien por medio de palabras interrogativas o de sufijos (nominales o verbales) o por una combinación de ambos recursos.
La expresión de valores oracionales por medio de recursos morfológicos bien puede considerarse una característica tipológica de la lengua aymara. Claramente es ésta una lengua polisintética sufijante. Otra manifestación de esta característica tipológica es la retención de la identidad fonológica de las palabras en el enunciado y de los componentes de palabras (raíces y distintos tipos de~sufijos). Aun cuando la gramática del aymara hablado en Chile está por investigarse, los materiales ya reunidos,12 permiten visualizar una rica y compleja sufijación nominal y especialmente verbal que, como vimos, es una característica de las lenguas jaqi que diferencia el aymara del castellano por la simpleza de la estructura morfológica de este último. Por medio de estos sufijos se expresan en aymara en una sola larga palabra (verbo o sustantivo) relaciones, matices, detalles físicos, espirituales, afectivos, cognitivos y pragmáticos del ser y del acontecer, que en castellano expresamos mayormente por varias palabras organizadas en frases y oraciones. El material reunido muestra también que el aymara hablado en territorio chileno no es sustancialmente diferente al hablado en Bolivia, aun cuando ya han sido detectados algunos puntos bien específicos de variación fonológica y léxica.13 Que haya variación de vocabulario no tiene nada de sorprendente, pero la variación fonológica, en cambio, es importante puesto que le sugiere a Harmelink (1985: 12-13) --basándose en sus propios datos y en observaciones de Hardman (1983)- que el aymara chileno representa un estadio arcaico de la lengua, en comparación con el aymara central de Bolivia, más innovador.