3. MAPUCHE O ARAUCANO (mapudungu)
Adalberto Salas *
3.1. El bilingüismo mapuche-castellano
3.2. La lengua mapuche. Denominaciones
3.3. La División dialectal
3.4. La Filiación genética
3.5. La fonología
3.6. La morfosintaxis
3.7. La literatura oral tradicional
3.8. Influencia del mapuche en el castellano de Chile
3.1. EL BILINGUISMO MAPUCHE-CASTELLANO
Hasta fines del siglo pasado, las exitosas guerras defensivas dejaron a la sociedad mapuche en una situación de aislamiento cultural que favoreció el monolingüismo de la población. De hecho, en la época de la incorporación, la mayor parte de la población era monolingüe de mapuche. A lo largo de los últimos cien años esta situación ha cambiado en el sentido de que el castellano se ha impuesto casi universalmente entre los mapuches, de modo que hoy la población es mayoritariamente bilingüe.
El bilingüismo mapuche-castellano aparece como un continuum entre dos extremos: mapuches monolingües de mapuche y mapuches monolingües de castellano. Los ancianos, especialmente los que viven en los sectores más alejados de los centros poblados, están en un punto que se aproxima al monolingüismo mapuche. Por su parte, los que han emigrado de las comunidades y residen en ambientes urbanos, están en un punto del continuum que se aproxima al monolingüismo castellano. En otras palabras, el uso predominante del castellano parece ser función del grado de participación en la vida nacional, en tanto que el uso predominante del mapuche parece ser función del grado de retención de la cultura vernácula.
Grueso de la población mapuche está en los puntos intermedios del continuum. Algunos mapuches hablan predominantemente mapuche y reservan el castellano sólo para sus contactos con la población hispana. Otros hablan predominantemente castellano y usan el mapuche sólo cuando no tienen otra alternativa. Los mapuches residentes en las comunidades suelen estar en el primer caso: hablan castellano sólo cuando viajan a las ciudades y deben interactuar con hispanos para comprar, vender, hacer trámites civiles o comerciales, requerir servicios, etc. Los emigrados de data más o menos reciente suelen estar en el segundo caso: hablan mapuche sólo con ocasión de sus periódicas visitas a sus parientes de las comunidades, especialmente cuando éstos son ancianos. Esto significa que para los mapuches el mapuche es la lengua para la vida comunal tradicional y el castellano es la lengua para el contacto con la sociedad hispánica y la participación en la vida nacional. Una situación tal de bilingüismo es inestable en el sentido de que la supervivencia de la lengua mapuche depende de la supervivencia de esta cultura.
La población no mapuche residente en la Araucanía es monolingüe de castellano: no habla ni entiende mapuche. No tiene la necesidad de hacerlo, ya que como grupo dominante. puede prescindir de la sociedad mapuche. En cambio, ésta no puede marginarse totalmente de su participación en la vida nacional, y la participación implica necesariamente el uso del castellano. En otras palabras, la necesidad de interacción viene desde la sociedad mapuche, motivada siempre por su inserción en la sociedad chilena, que es la que impone las reglas de la interacción; entre otras, hablar castellano.
Así las cosas, la lengua mapuche es hablada siempre por personas mapuches cuando interactúan entre ellas en situaciones referidas a la cultura mapuche tradicional, lo que normalmente ocurre en el ambiente interno de las comunidades. Si hay un hispanohablante involucrado en la interacción, o si ésta está motivada por el contacto con la sociedad hispánica, se habla castellano, aun cuando el tema de la conversación sea la cultura mapuche tradicional. Por ejemplo, dos mapuches que están comentando las incidencias del último partido de palin ("chueca") hablan mapuche, pero si están conversando sobre los precios del lupino en los poderes compradores, hablan en castellano. Un mapuche describiéndole a un etnógrafo un mito mapuche, o a un médico los síntomas de una enfermedad, o a un funcionario sus necesidades crediticias, habla en castellano. Más aún, la sola presencia (real o potencial) de un hispanohablante en la escena del diálogo, fuerza el uso del castellano.
En estas condiciones, la lengua mapuche es la marca objetiva más clara de tal identidad sociocultural: lo habla solamente quien es mapuche, vive como mapuche, y se expresa en relación a los aspectos mapuches de su existencia personal.
Como el castellano es la lengua auxiliar para las interacciones con hispanohablantes, los segmentos poblacionales más afectados por el contacto son los que presentan un mayor grado de bilingüismo: niños en edad escolar, jóvenes y adultos de ambos sexos. A medida que la gente envejece tiende a espaciar sus viajes a la ciudad, permaneciendo la mayor parte de su tiempo en las comunidades, con lo cual revierte al monolingüismo mapuche, ya que allí el castellano es superfluo. En las comunidades los ancianos conviven con los niños preescolares, a los que transmiten el mapuche. Pero los niños son tempranamente
-aun antes de alcanzar la edad escolar- iniciados en el bilingüismo por sus propios padres, quienes suelen visualizar el buen dominio del castellano como un poderoso instrumento de promoción social en el mundo externo a las comunidades.
La escuela chilena ha jugado un rol central en la adquisición del castellano y de las formas básicas del comportamiento urbano moderno por parte de la población mapuche. Aun cuando las escuelas de la Araucanía están pautadas según el modelo único para todo el país, y, en consecuencia, no tienen ni planes ni programas especiales para la atención lingüística y cultural a las minorías vernáculas, ellas representan una inmersión significativa en la lengua y la cultura de la sociedad dominante. En la escuela el niño queda expuesto a la lengua y los contenidos culturales hispánicos. Allí se asienta su bilingüismo, logrando un aceptable equilibrio entre el mapuche y el castellano. Más tarde, a partir de la edad juvenil, este equilibrio se romperá según la orientación de la vida individual.
El joven que emigra a la ciudad está, muy probablemente, destinado a salir del bilingüismo en favor del uso predominante del castellano. En cambio, el que queda en las comunidades, mantiene más bien el uso predominante del mapuche, mientras que su castellano queda restringido al estatus de lengua auxiliar para el contacto. Al quedar inmerso en el medio hispanohablante, el mapuche emigrado a la ciudad mejora notablemente su nivel de dominio del castellano, pero el desuso deteriora su dominio del mapuche. El mapuche residente en las comunidades, en cambio, no desarrolla su castellano más allá de los niveles comunicativos mínimos.
Por lo general, las personas en las que predomina el mapuche presentan un castellano muy característico, con notorias interferencias del mapuche en la pronunciación y en la gramática, con estructuras gramaticales relativamente simples y un vocabulario más bien limitado. Suelen tener serias dificultades de comprensión y de expresión en esta lengua. Muchos manejan muy mal los aspectos pragmáticos de la comunicación lingüística, de modo que su comportamiento verbal resulta insatisfactorio o chocante para la población hispanohablante.
La ruptura más dramática del bilingüismo tiene lugar cuando en el ambiente familiar y comunal, los mayores les hablan a los niños solamente en castellano, prohibiéndoles sistemáticamente el uso del mapuche. En estos casos, la única lengua que los niños aprenden es el castellano precario y aberrante que hablan sus padres. No hablan mapuche ni hablan un castellano satisfactorio para el mundo hispánico. Ultimamente esta situación se ha extendido tanto en la Araucanía, que ya se puede hablar de la existencia de un verdadero dialecto regional del castellano, hablado por la población mapuche y al que los especialistas llaman "castellano mapuchizado" (Hernández y Ramos 1978, 1979), caracterizado por palabras castellanas, pero pronunciadas, estructuradas y organizadas al modo mapuche, y muchas veces usadas con un contenido semántico mapuche. Este dialecto es visualizado por la población hispanohablante como una manifestación lingüística de segundo orden, frecuentemente ridiculizada en conversaciones privadas y hasta en espectáculos públicos.
En las escuelas los niños mapuches se enfrentan a serios problemas derivados de su particular estatus lingüístico. Como ya quedó dicho, las escuelas de la Araucanía están pautadas sobre el patrón general para todas las escuelas chilenas: la misma organización institucional, los mismos planes y programas, el mismo tipo de personal docente. La enseñanza se imparte, por supuesto, en castellano, porque presupone un educando hispanohablante. A este niño hispanohablante nativo se le enseña a leer y escribir en castellano, y en castellano se le enseñan los contenidos culturales hispánicos, entre otros, castellano culto, gramática formal y apreciación de obras literarias chilenas, sudamericanas y españolas. Está claro que en una escuela así no hay lugar para un niño mapuche, que no habla castellano o que habla un castellano mínimo. Es ilusorio pensar en que un sistema educacional tan desajustado lingüística y culturalmente con su población, pueda cumplir adecuada y eficientemente sus objetivos específicos y generales. La escuela rural en la Araucanía debiera estar programada sobre el principio básico de que nadie puede ser alfabetizado en una lengua que no habla; o, formulado en términos más generales, nadie puede ser educado en una lengua que no entiende ni habla. Diversas configuraciones programáticas y curriculares surgen de la aplicación de este principio, pero pueden reducirse a dos posibilidades extremas:
a) la población mapuche deberá ser alfabetizada y educada en mapuche, en tanto que se le enseñará gradualmente el castellano con la metodología de la enseñanza de las lenguas extranjeras; o
b) la población mapuche deberá ser alfabetizada y educada en castellano, después de un intensivo período de preparación en la lengua oral que deje a los niños a un nivel de competencia lingüística equivalente al que tienen los niños hispanohablantes al incorporar-se al sistema educacional.
La aplicación de estas soluciones y, sobre todo, sus consecuencias para la vida de la sociedad mapuche y de la sociedad nacional, tendrían que ser objeto de cuidadosos estudios de planificación lingüística y educacional.
Ya se dijo que los mapuches emigrados a las ciudades tienden a salir de la situación de bilingüismo, orientándose hacia el uso predominante del castellano. A la larga, inevitablemente, llegan al deterioro o a la pérdida de su competencia lingüística en mapuche. Sin embargo, durante la última década se aprecia entre algunos mapuches de residencia urbana el surgimiento de una muy definida actitud de lealtad hacia su lengua nativa, cuya manifestación más relevante ha sido el propósito deliberado de cultivar el mapuche como lengua escrita.
Muchos líderes intelectuales mapuches visualizan el cultivo escrito del mapuche como un medio para asentar ante la comunidad hispanohablante el prestigio de la lengua y de la identidad sociocultural mapuche, y para preservar en textos escritos la cultura vernácula tradicional, afectada -cuando no directamente amenazada- por el impacto de la sociedad hispánica.
En respuesta a este interés, la Sociedad Chilena de Lingüística ha llegado recientemente a la proposición de un alfabeto mapuche, en cuya elaboración trabajaron equipos de lingüistas profesionales, líderes intelectuales, escritores y profesores mapuches. Se aprovechó la experiencia obtenida en la realización de talleres de lectoescritura en mapuche llevados a cabo á partir de 1980 en la Universidad Católica de Temuco y en el Instituto Lingüístico de Verano (Metrenco).
El alfabeto propuesto trata de conciliar la fidelidad en la representación de la pronunciación mapuche con las prácticas ortográficas del castellano, con el propósito de minimizar la interferencia del alfabetismo en mapuche con el alfabetismo en castellano. Especial cuidado han tenido los proponentes en obtener un alfabeto de uso cómodo para los efectos de la escritura a máquina y de imprenta. Dentro de lo posible, han procurado no alejarse mucho del sistema ortográfico en que están escritas las grandes obras clásicas sobre la lengua y la cultura mapuches, escritas desde fines del siglo pasado por el padre capuchino Félix de Augusta y sus cohermanos'.
3.2. LA LENGUA MAPUCHE. DENOMINACIONES
Los mapuches se denominan a sí mismos mapuche, que significa literalmente "gente de la tierra", compuesto de mapu "tierra" y ce "gente, persona". La palabra araucano con que se los conoce en la literatura histórica y antropológica, no existe en la lengua mapuche. En realidad es un gentilicio formado en castellano a partir de Arauco, nombre que el conquistador español dio a la cuenca inferior del río Biobío. A su vez, la etimología de Arauco es incierta, posiblemente se trate de una temprana castellanización del mapuche ragko "aguas gredosas", compuesto de rag "greda" y ko "agua". Se ha señalado también como étimo posible de Arauco al quechua awka "rebelde, salvaje", calificativo que los soldados y funcionarios del imperio incaico habrían aplicado a los mapuches por su belicosidad.
El nombre araucano se impuso en Chile hasta bien entrado el siglo XX, posiblemente por influencia del poema épico de Alonso de Ercilla, que tan marcada importancia ha tenido en la formación de la conciencia histórica del país. Modernamente, los antropólogos y los lingüistas tienden a utilizar la denominación vernácula (mapuche), en tanto que los historiadores tienden a usar la denominación hispánica (araucano). Fuera de los círculos académicos, la denominación mapuche es normal en la Araucanía, donde la gente vive en contacto cotidiano con la población mapuche actual. En el resto del país predomina la denominación libresca araucano, mayormente aplicada a la población autóctona de la época heroica de las Guerras de Arauco, cantada en la epopeya de Ercilla. Los campesinos hispánicos de La Araucanía llaman paisanos a sus vecinos mapuches. Estos, por su parte, llaman wil)ka, literalmente "ladrón, asaltante, usurpador", a los hispanochilenos.
La nomenclatura refleja la tensión entre los grupos. Los mapuches aceptan bien la palabra mapuche, pero son sensibles a los matices despectivos de los derivados mapuchón o mapuchito. La denominación que sienten como más ofensiva es indio. Los hispanohablantes más sensitivos la evitan y recurren eufemísticamente a alternativas como indígena o aborigen.
Los mapuches llaman a su lengua mapuθuŋu, literalmente "habla de la tierra", formado sobre mapu "tierra" y θuŋu "habla". Algunos prefieren la denominación de tipo verbal mapuθuŋun. Al castellano lo llaman wiŋkaθuŋu (n) "el habla (o el hablar) de los chilenos".
3.3. LA DIVISIÓN DIALECTAL
La población mapuche actual es sensiblemente uniforme desde el punto de vista lingüístico. Las diferencias en el habla de las distintas regiones son insignificantes: unos cuantos detalles de pronunciación y de vocabulario. El núcleo de la estructura fonológica y gramatical y del vocabulario, es el mismo a través de todo el territorio mapuche.
A fines del siglo XIX, Rodolfo Lenz distinguió, desde el punto de vista lingüístico, cuatro grupos mapuches, que él denominó picunche, moluche, pehuenche chileno y huiluche, distribuidos así:
- picunche, hablado en llano central hasta la provincia de Malleco, IX Región;
- moluche, hablado en el área llamada Araucanía Central, más o menos correspondiente a la provincia de Cautín, IX Región;
- pehuenche chileno, hablado por la población residente en la precordillera y vertiente occidental de la Cordillera de los Andes, entre las provincias de Biobío (VIII Región) y de Valdivia (X Región);
- huilliche, hablado en la X Región.
Según Lenz, los grupos menos diferenciados entre sí son el moluche y el pehuenche. Estos tienen pocas diferencias con el picunche. El grupo más divergente es el huilliche.
Hoy, a casi cien años de la división de Lenz, el grueso de la población mapuche es moluche. Los grupos picunche y pehuenche son definitivamente minoritarios, en tanto que los huilliches están prácticamente extinguidos, a excepción de algunas pequeñas agrupaciones en el área de San Juan de la Costa, en la provincia de Osorno, X Región.
Los grupos distinguidos por Lenz no corresponden a parcialidades lingüísticas o culturales internamente reconocidas por los mapuches mismos. Con la sola excepción de pehuenche, los nombres elegidos por Lenz son deícticos en mapuche, no nombres de grupos definidos. Así, picunche es una castellanización de pikumĉe "nortino", formado por pikum "norte" y ĉe "gente". Del mismo modo, huilliche procede de wiλiĉe"sureño", compuesto de wiλi "sur" y ĉe "gente". Por su parte, pehuenche viene de peweλĉe "gente del piñón" (de peweŋ"piñón" y ĉe "persona"), que es el nombre que los mapuches del llano central dan a los mapuches cordilleranos, entre quienes es característica la recolección para consumo y venta del fruto ("piñón") del pino araucaria. A su vez, desde el punto de vista de los pehuenches, los mapuches del llano central son ŋoluce (o moluce) "gente del occidente", formado de ŋolu (o molu) "occidente" y ĉe "gente".
3.4. LA FILIACIÓN GENÉTICA
Tradicionalmente se ha considerado que el mapuche es una lengua aislada, "sin relación directa de parentesco" con ninguna de las lenguas del cono sur (Lenz 1896: XXII). Para Englert (1936: 80), en cambio, hay "un probable parentesco, aunque lejano, entre el mapuche, el quechua y el aymara".
En la clasificación de Tovar (1961:194-199) el mapuche aparece en el tipo II ("andino") junto al quechua, aymara, huarpe (allentiac y millcayac), lule-tonocoté, tehuelche, ona y yámana. Según la clasificación estándar, el mapuche pertenece a la subfamilia araucana (familia araucano-chon), del grupo andino, tronco andino-ecuatorial (Greenberg 1960: 794, cit. en Key 1979: 42).
3.5. LA FONOLOGIA
El sistema fonológico del mapuche consta de seis vocales: a, e, i, o, u, ï; tres semiconsonantes: y, w. g; y 18 consonantes: ĉ,θ, f. k, l, λ, m, n, ņ, ñ, ŋ, p, r, s, t ,ţ, tr.
La pronunciación de las vocales es la siguiente:
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La sexta vocal, ï, es desconocida en castellano. Se puede pronunciar:
1) Como una u, pero con los labios puestos en la posición de una i; en posición inicial absoluta puede estar precedida de una g muy breve y poco audible; en posición final puede estar seguida de esta g, por ejemplo:
muchacha nube |
ïλca o giλĉa |
2) como una e muy breve y poco audible, pero articulada con el dorso de la lengua (no el ápice) ligeramente arqueado hacia arriba; ésta es la pronunciación normal con posición media como en:
pareja |
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Las semiconsonantes y, w, se pronuncian respectivamente como la i en tienda, peine, y la u, en puente, causa. La semiconsonante g se pronuncia como la g castellana en lago pero bastante más relajada. Ejemplos:
nariz maíz treile tú yegua siete |
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La pronunciación de las consonantes es la siguiente:
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La consonante θ se pronuncia de dos maneras:
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La consonante f se pronuncia:
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La consonante λ se pronuncia como la ll en castellano, pero con el ápice lingual ligeramente apoyado entre los incisivos superiores e inferiores:
abuelo, nieto patrilineal |
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La consonante λ se pronuncia como la ll en castellano de Castilla:
tibio |
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La consonante ņ se pronuncia como la n en castellano, pero con el ápice lingual ligeramente apoyado entre los incisivos superiores e inferiores:
pie, pata |
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La consonante tr se pronuncia como el grupo tr del castellano chileno vulgar, por ejemplo en trampa; o como la tr del inglés trip "viaje":
ají |
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Alguna de las seis vocales debe aparecer en toda sílaba. Las vocales pueden estar solas o precedidas o seguidas de una consonante o semiconsonante. Sin embargo, en posición
postvocálica no aparecen las consonantes ĉ, k, p, ţ, t, tr.
Las palabras mapuches simples pueden tener una, dos o tres sílabas, como en:
soga madre golondrina |
θef |
Pero dada la índole de la lengua son frecuentes las palabras largas, sustantivos compuestos o formas verbales ricamente flexionadas o una mezcla de ambos, como en:
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El acento mapuche no es contrastivo, o sea, su posición no está vinculada con un significado dado. De hecho, el acento puede desplazarse dentro de una palabra, sin que se produzcan cambios de significado o distorsión de la palabra. Las palabras terminadas en consonante o semiconsonante tienden a ser agudas; las palabras terminadas en vocal pueden ser agudas o graves, como en:
mar, lago mentira |
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Cuando en una palabra hay mucha distancia entre la sílaba inicial y la sílaba tónica, aparece un acento secundario en la primera o segunda sílaba, como en:
estrella esta nadando |
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La siguiente lista léxica ilustra el fonetismo mapuche:
1. | agua boca brazo |
ko wïņ lipa |
4. | cabeza cara ceniza cielo |
loŋko aŋe trufken welu |
8. | corazón día diente espalda |
piuke aņţï foro furi |
12. | estrella fuego guata, vientre hombre |
waŋïlen Kïtral pïtra wentru |
16. | hueso humo lengua luna |
foro pitrum kewüņ kïyeņ |
20. | lluvia mano montaña mujer |
mawíņ kuwï mawiθa θomo |
24. | nariz niebla noche ojos |
yu |
28. | oreja pecho pelo lo pené |
pilum ruku ko pïnïn |
32. | perro pie piojo (de la ropa) pierna |
trewa ņamuņ tïņ caŋ |
36. | sangre senos sol uña |
moλfï moyo aņtï wili |
40. | vulva | kutri |
3.6. LA MORFOSINTAXIS
En mapuche los sustantivos no están agrupados en géneros, ni varían formalmente por número. Cuando se trata de animados, la palabra en sí implica un sexo dado y excluye al otro, como en:
padre tía puma (macho) puma (hembra) |
ĉao palu pa ŋi pa ŋki λ |
O incluye ambos sexo, como en:
perro/ a |
trewa |
Para expresar formalmente el número se puede utilizar una partícula libre pu, que indica plural, como en:
los perros/ as |
pu trewa |
O se puede indicar la cantidad precisa por medio de los numerales:
1 (kiñe), 2 (epu), 3 (kila), 4 (meli), 5(kechu), 6 (kayu), 7 ( regle), 8( pura), 9 (ayλa), y para 10(mari), 100( pataca), y mil (waraŋka)
las decenas se obtienen así:
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las centenas se obtienen así:
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el mismo procedimiento permite formar los numerales de mil:
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y las unidades se añaden a los numerales así formados por ejemplo:
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El sistema puede recurrir hasta formar 9.999.
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Al no haber géneros, los adjetivos tienen una sola forma, como puede apreciarse en:
-kiñe ĉoθ alka un amarillo gallo un gallo amarillo |
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pero los adjetivos pluralizados están marcados por el sufijo -ke, como puede apreciarse en:
-kiñe kïme mansun un buen buey un buen buey |
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La mayor parte de los sustantivos son simples, pero es posible hacer composiciones, en las que el primer elemento modifica al segundo, como puede verse en:
piĉi θomo chico mujer niña |
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Hay también sustantivos derivados. Por ejemplo el sufijo -we "lugar lleno de..." se puede añadir a otro sustantivo:
miλa miλa-we |
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o el sufijo homófono -we "instrumento para..." se puede añadir a una raíz verbal:
lepï-we barrer-instrumento escoba |
o el sufijo -fe "actor, agente" se puede añadir a una raíz verbal:
weñe-fe robar-gente ladrón |
El verbo mapuche es formalmente muy complejo. Mínimamente presenta diferencias por modo, persona y número. Hay tres modos: real (o indicativo), hipotético (o subjuntivo) y volitivo (o imperativo):
trabajaste (real) si trabajas (hipotético) ¡trabaja! (volitivo) |
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Hay tres personas: 1ª, 2ª y 3ª Las dos primeras están marcadas por número: singular, dual y plural. La 3ª persona no está afectada por la distinción de número. Por ejemplo, en modo real se encuentran las siguientes siete formas:
Sgl.1ª | tripan | salí |
Sgl.2ª | tripaymi | saliste |
Dl. 1ª | tripayu | salimos (dual) |
Dl..2ª | tripaymu | salisteis (dual) |
Pl. 1ª | tripaiñ | salimos (plural) |
Pl..2ª | tripaymin | salisteis (plural) |
Pl. 3ª | tripay | salió, salieron (Sin expresión de número:) |
y hay otra serie comparable en modo hipotético y otra en modo volitivo. Si es necesario, puede precisarse el número de la 3ª persona por medio de dos palabras sueltas: eŋu "dual de 3ª persona", eŋïn "plural de 3ª persona":
tripay ruka meo eŋu salió casa dé dual ellos dos salieron de la casa |
tripay ruka meo eŋïn salió casa de plural varios de ellos salieron de la casa |
Las palabras eŋu y eŋïn pueden fusionarse la forma vebal, como en:
koniŋu ruka meo entró dual casa a ellos dos entraron a la casa |
koniŋïn ruka meo entró plural casa a varios de ellos entraron a la casa |
De acuerdo con las distinciones de persona y número en el verbo, hay pronombres personales para 1ª y 2ª persona en singular, dual y plural:
Singular | Dual | Plural | |
1ª persona | iñĉe | iñĉu | iñĉñ |
2ª persona | eymi | eymu | eymin |
pero no hay pronombres para la 3ª persona. Cuando es necesario, puede recurrirse al demostrativo fey "ése, ésa, ésos, ésas". Ni los pronombres personales ni el demostrativo fey son obligatorios, ya que la persona y el número, cuando corresponde, están claramente marcados en la forma verbal.
Uno de los rasgos más prominentes del verbo mapuche es su capacidad para expresar varias personas interactuantes entre sí, como puede apreciarse en:
yo miré | leli-n |
tú me miraste | leli-e-n |
la desinencia -n indica que ambas formas están conjugadas en 1ª persona singular. Esta es la "persona focal" de la forma verbal. En lelin la 1ªpersona focal es el agente y no hay otra persona interactuante con ella. En cambio, en lelien hay una 2a persona singular comportándose como agente. Es la "persona satélite". Como ésta es agente, la persona focal corresponde al paciente de la interacción:
leli | mirar |
-e | persona satélite 2ª sgl. agente |
-n | persona focal 1ª sgl. paciente tú me mirastesgl. agente |
En cambio en:
lelifiñ | yo lo (la, los, las) miré |
la persona focal 1ª singular (-ñ, una variante de -n) es agente, y la persona satélite3ª (-ñ,una variante de-n ) es paciente | |
elieneo | él (ella) me miró, ellos (ellas) me miraron |
a persona focal 1ª singular (-n) es paciente, y la persona satélite 3ª (e...eo) es agente | |
leliŋen | alguien me miró |
la persona focal 1ª singular (-n) es paciente, y la persona satélite3ª indefinida (-ŋe) es agente. |
El sistema entero es muy complejo: cada verbo transitivo (o transitivizado) contiene una treintena de formas que expresan una completa red de interacciones personales.
Si la forma verbal contiene un paciente, éste puede ser directo, como en:
lelien | tú me miraste (a mí) |
o indirecto, lo que se logra por medio de un tipo de sufijos "indirectizantes", como en:
leli-ñma-e-n ñi ñawe | tú me miraste eso mi hija |
el sufijo -ñma indica que la persona focal paciente 1ª singular (-n) es paciente indirecto de
la acción de mirar (leli) realizada por la persona satélite 2ª singular (-e). El paciente directo de la acción es una persona, animal o cosa perteneciente al paciente indirecto: ñi ñawe "mi hija". En el siguiente ejemplo:
leli-ñma-fi-ñ ñi ñawe | yo lo miré eso su hija |
(compárese leli-n "yo miré", leli-fi-ñ "yo lo miré a él") la gente es la persona focal 1ª singular (-ñ, una variante de -n), el paciente es la persona satélite3ª (-fi); es paciente indirecto, lo que está marcado por -ñma. El paciente directo es ñi ñawe "su hija (de él, el paciente indirecto)".
3.6. LA MORFOSINTAXIS (continuación)
El sistema tiene una complejidad adicional. Si la acción implica alejar al paciente directo de la esfera del paciente indirecto, se usa el sufijo -ñma, pero si implica acercamiento del paciente directo hacia el paciente indirecto se usa el sufijo -lel, como puede apreciarse en los siguientes ejemplos:
kintu-n mamiλ | yo busqué leña |
kintu-e-n | tú me buscaste (a mí) |
kintu-ñma-e-n mamiλ | tú me buscaste eso leña |
kintu-lel-e-n mamiλ | tú me buscaste eso leña |
La diferencia entre los dos últimos enunciados es la siguiente: el sufijo -ñma es separativo e indica que la leña era del hablante y que el oyente la buscó para sí; el sufijo -Iel es aproximativo e indica que el oyente buscó leña para llevársela al hablante. En el siguiente ejemplo:
ŋi a-fi-ñ kaweλo | yo lo compré caballo compré el caballo |
ŋiλa-ñma-fi-ñ Antonio ñi kaweλo |
yo lo compré eso Antonio su caballo yo le compré su caballo a Antonio |
ŋiλa -lel-fi-ñ Antonio ñi kaweλo | yo lo compré eso Antonio su caballo yo le compré su caballo a Antonio |
la forma ŋiλ añmafiñ indica por medio del indirectizante separativo -ñma que el caballo era de Antonio, quien lo vendió al hablante. La forma ŋiλ alelfiñ indica por medio del indirectizante aproximativo -lel que el hablante fué quién compró el caballo y se lo dio a Antonio.
En el modo real el verbo mapuche presenta cuatro matices temporales. La forma básica corresponde a un presente o a un pretérito indefinido:
nie-n kiñe tralka | tengo una escopeta |
Este sufijo sirve para expresar acciones pasadas anuladas por una acción posterior, como en:
kuyθa-fu-n waka, welu weñeñmaŋen | cuidé vaca pero alguien me robó eso cuidé la vaca, pero me la robaron |
Otro sufijo de tiempo es -a que tiene el valor de futuro, como en:
kon-a-n ruka meo | entraré casa a entraré a la casa |
que es muy usado para dar órdenes suavizadas como:
kiθaw-a-ymi | ¡trabajarás! |
es una forma de mandato más suave que el imperativo kiθaw- e ¡trabaja!
El último sufijo de tiempo es -afu que expresa acciones futuras condicionadas, como en:
θunu-afu-n pile ñiθol | yo hablaría si desea jefe si el jefe quiere, yo hablaré |
Dos son los tiempos más usados en modo hipotético: la forma básica y el pretérito remoto (-fu) la forma básica indicada acción hipotética vigente, como en:
θu ŋu-fu-li (aλkïtu ŋea ) | si hablo (alguien me escucha) |
Las formas en pretérito remoto indican hipótesis no cumplidas en el pasado, como en:
θu ŋu-fu-li (aλkïtu ŋea fun) | si yo hubiese hablado (alguien me habría escuchado)) |
Las formas verbales en modo real se niegan por medio del sufijo -la, como en:
tripa-n | salí |
tripa-la-n | no salí |
En modo hipotético se niega por medio del sufijo-no, como
θu ŋu- lmi | si hablas... |
θu ŋu-no- lmi | si no hablas... |
Y en modo hipotético se niega por medio del sufijo -kil, como en:
kon- ŋe | ¡entra! |
kon-kil- ŋe | ¡no entres! |
El verbo mapuche es muy rico en la expresión de detalles físicos y espirituales de la acción, expresados por medio de sufijos, entre otros los siguientes:
-por medio del sufijo -rke el hablante puede indicar que la información es nueva para él, como en:
kewaymi | peleaste |
kewa-rke-ymi | peleaste (ahora que me lo dices lo sé) |
o que había pasado inadvertida para él como en:
ŋoλimi | te embriagaste |
ŋoλi-rke-ymi | te embriagaste (ahora recién me di cuenta) |
o que la información no es de su responsabilidad, como en:
ïrarïmi | gritaste |
ïrarï-rke-ymi | dicen que gritaste |
-el sufijo -ke indica acción acostumbrada, como en:
ŋoλimi | te embriagaste |
ŋoλi-ke-ymi | siempre te embriagas |
-el sufijo -tu indica que la acción representa una vuelta a un estado originario de cosas, como en:
kïpaymi | viniste |
kipa-tu-ymi | viniste (volviendo) |
-el sufijo -pe indica acción reciente, como en:
lefimi | corriste |
lef-pe-ymi | recién corriste |
Hay una serie completa de tres locativos:
ïrarïmi | gritaste |
ïrarï- pa- ymi | gritaste acá |
ïrarï- pu- ymi | gritaste allá |
ïrarï- me- ymi | fuiste allá a gritar |
que se pueden combinar con dos sufijos adverbiales: -yeki "acción gradual" -r "acción puntual", como en:
i-yekï-me-ymi | fuiste comiendo |
i-yeki-pa-ymi | viniste comiendo |
i-r-pu-ymi | hacia allá pasaste a comer |
i-r-pa-ymi | hacia acá pasaste a comer |
Varios de estos sufijos pueden ocurrir en una sola forma verbal, siguiendo un orden rígidamente pautado.
La lengua mapuche no sólo dispone de un rico inventario de verbos, sino que, además, cualquier palabra puede transformarse en verbo por medio de diversos sufijos de función verbalizadora. Por ejemplo, mediante el sufijo -tu la palabra nuka "casa" puede transformarse en rukatu "edificar una casa", como en:
rukaturkeymi | dicen que edificaste una casa |
o la palabra ilo "carne" puede dar o rigen a ilotu "comer carne", como en:
ilotulan | no comí carne |
Por este procedimiento hasta frases completas pueden transformarse en verbo, como en:
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En mapuche es muy característica la llamada "incorporación del complemento directo". Esta funciona así: el verbo y el complemento directo se juntan entre sí y el conjunto resultante se conjuga como si fuera un verbo simple. Por ejemplo: λasu "lacear" y kawe λu "caballo" forman el verbo λasukawe λu "lacear el caballo", como en:
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Se pueden juntar dos verbos para formar uno nuevo. Por ejemplo: awkantu "hácer travesuras" y meke "ocupar tiempo en algo", pueden unirse en awkantumeke "estar durante un tiempo haciendo travesuras", como en:
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Los verbos mapuches presentan un conjunto de seis o siete formas equivalentes al modo infinitivo de los verbos castellanos (infinitivo, gerundio, participio), mediante las cuales se pueden expresar finas relaciones de subordinación. Por ejemplo, el sufijo -lu, combinado con el sufijo -a de futuro (-alu), indica la finalidad o el propósito de una acción, como en:
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en tanto que el sufijo -el, combinado con el sufijo -a de futuro (-ael), expresa la finalidad o el propósito de todo un evento, como en:
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3.7. LA LITERATURA ORAL TRADICIONAL
Las artes verbales ocupan un lugar destacado en la cultura mapuche. Se cultivan las adivinanzas (kuņeo o kuņew), la. oratoria ritual y ceremonial (wewpin), la narrativa histórica (ņítram), y la narrativa de ficción (epeo o epew).
Los epeo son la manifestación más prominente de la literatura oral tradicional mapuche. Se polarizan alrededor de dos temas clave: los epeo míticos y los epeo de animales. Los primeros son de tono tétrico y sombrío, su universo es el de los hechiceros, las creaturas demoníacas, los difuntos. Los epeo de animales son de tono liviano y de sentido fabulesco: los animales reales del territorio mapuche interactúan antropomorfizados como estereotipos conductuales, tales como la astucia, la fuerza física, la ingenuidad, etc.
3.8. INFLUENCIA DEL MAPUCHE EN EL CASTELLANO DE CHILE
Rodolfo Lenz estableció lo que se podría llamar el enfoque clásico de las relaciones entre el mapuche y las características más prominentes del fonetismo del castellano de Chile:
pronunciación alveolar de t/d ante r (como en entre, liendre), pronunciación asibilada (o sea, sin vibración del ápice lingual) de r en posición inicial (como en ropa), y tras l/n (como en alrededor, enredo) y en los grupos rr y dr (como en trapo, droga); pronunciación asibilada de rr (como en perro), pronunciación bilabial de f, aspiración de s final, etc. Estas características fueron atribuidas por Lenz a influencia mapuche, hasta el punto en que llegó a afirmar que el castellano vulgar en Chile "es principalmente español con sonidos araucanos" (1940: 249). Partiendo de argumentos histórico-demográficos y dialectológicos, Amado Alonso (1953) ha demostrado que la posición de Lenz es insostenible: ni en la pronunciación ni en la estructura gramatical del castellano de Chile hay un solo rasgo que pueda ser atribuido con cierta seguridad a influencia del mapuche.
En lo que respecta al léxico, la influencia del mapuche en el castellano chileno es también mínima en cantidad e importancia: las únicas palabras de origen mapuche de uso general en Chile, son nombres de lugares y algunos relativos a la flora y fauna autóctonas.
La nula o mínima influencia del mapuche en el castellano de Chile sugiere por lo menos la necesidad de volver a plantearse el problema de la importancia del componente mapuche en la formación de la identidad sociocultural chilena. En todo caso, desde el punto de vista de la lengua -con toda su carga cognitiva y cultural- la incidencia del mapuche no es significativa.